Perpetuo timonel

Pues un poco así va a ser el congreso: la fiesta de la no democracia. Ayer entró Xi Jinping en el Gran Salón del Pueblo y se le pusieron en pie los 2.300 delegados. Lo hicieron de un modo automático, dando palmas sincopadas, plas, plas, plas, como se le dan a un saltador de altura, a uno que fuese a dar en este caso otro gran salto adelante, ahora hacia «el socialismo con peculiaridades chinas de la nueva era». No soy yo un sinólogo, pero tengo la sensación de que el Partido Comunista Chino lleva trabajando en la peculiaridad esa desde Deng Xiaoping. Y en lo del «Gran Rejuvenecimiento» desde la Dinastía Qing. Que el rejuvenecimiento no arranca lo demuestra la edad media que se les adivinaba ayer bajo la mascarilla a los delegados del PCCh: 120 años. En primera fila, Zhang Gaoli, el jerarca al que la tenista Peng Shuai acusó de haberla violado antes de desaparecer misteriosamente y reaparecer anunciando que había sido un malentendido. No es sin embargo justo interpretar toda esta coreografía del poder absoluto como un regreso al pasado. El de Xi Jinping es un régimen altamente comprometido con la tecnología en el que las cámaras le reconocen la cara al ciudadano y le añaden al instante el expediente. ¿El resultado? Hace unos días comprobamos cómo colgar dos pancartas fugaces en un puente de Pekín es ya una proeza equiparable a plantarse frente a los tanques en Tiananmén.

Los grandes combates boxísticos se agrupan en trilogías y mañana Sánchez y Feijóo vuelven a verse las caras en el Senado. Hablarán de economía. El presidente sostiene que no hay español al que el Gobierno no le mejore la vida y Feijóo se enteró el sábado noche de que en el Plan Presupuestario que Moncloa envió a Bruselas hay un 'Escenario 2' en el que las cuentas se cuadran recaudando 20.000 millones más por la vía impositiva. «El programa electoral más caro de la historia», precalentó ayer Feijóo, como esos boxeadores que entrenan en público antes de la gran velada. Pedro Sánchez en cambio tuvo fin de semana europeísta y estuvo en Berlín con los líderes socialdemócratas. Al reencontrarse con Olaf Scholz, aprovecharía para preguntarle si a lo del escudo antimisiles al final nos había invitado o no. Así están las cosas: en el Senado se hablará de impuestos y misiles. Solo estando muy atento se notará la diferencia.

Luz Gabás, ganadora del Planeta, fue alcaldesa de Benasque yendo en las listas del PP. Por si pensaban que el premio literario más sustancioso del país no podía superar lo del año pasado: tres guionistas con barba ocultos tras un seudónimo femenino. Es probable que durante la promoción de su novela la autora aragonesa deba hacer malabarismos para evitar la política. Tampoco se entiende. Al fin y al cabo, a los políticos no se les pregunta sobre literatura sin previo aviso. Que igual no estaba mal. «Presidente, antes de nada: ¿Clarín o Galdós?».