Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Pamplona vivió el fin de semana un arranque sanferminero de alta tensión en lo político. Responsable, una izquierda abertzale que no ha digerido la pérdida de la Alcaldía de la capital navarra, y las de otros importantes municipios de la vecina comunidad foral.
EH Bildu ... conservaría el poder en la vieja Iruña y en otras grandes localidades si los socialistas les hubieran apoyado para impedir el regreso al poder de los regionalistas de UPN. El PSN dijo que no lo haría, y no lo hizo. Anunció, además, que intentaría formar un Gobierno de progreso con Geroa Bai (la coalición del PNV), Podemos e Izquierda-Ezkerra, pero sin EH Bildu pese a que su abstención es imprescindible, y así está siendo.
El porqué del 'no' del PSN a unas relaciones normalizadas con los de Otegi es tan lógico como conocido: la contumaz negativa de la coalición a condenar las tropelías asesinas de ETA. No solo. Bases y dirigentes de EH Bildu insisten en seguir homenajeando a los terroristas cuando quedan en libertad tras cumplir sus condenas, para mayor escarnio de las víctimas.
El pleno de constitución del nuevo Consistorio pamplonés, en el que el navarrista Enrique Maya recuperó el bastón de mando en su condición de cabeza de la lista más votada (UPN obtuvo 70.000 votos por los 35.000 de la izquierda abertzale, segunda), terminó hace dos semanas con insultos a los regidores foralistas y, sobre todo, a los socialistas.
Desgraciadamente, casi una tradición en Pamplona. En 1979, el PSN tampoco quiso apoyar a la extinta HB y fue ésta quien finalmente hizo alcalde al socialista Julián Balduz para que el Consistorio no cayera en manos del centroderecha. Tras la sesión, simpatizantes abertzales trataron de agredir a los regidores del PSN cuando abandonaban el edificio.
Este fin de semana se vivieron de nuevo momentos de máxima tensión en los instantes previos al chupinazo cuando policías municipales, por orden del alcalde Maya, impidieron a ediles de Bildu y Geroa Bai colocar una ikurriña en el balcón consistorial. El domingo, en la procesión de San Fermín, decenas de simpatizantes abertzales zarandearon e insultaron al regidor pamplonés entre gritos de 'UPN kanpora'. Gritos y abucheos que se repetían en la plaza de toros.
Con este tipo de actitudes la izquierda abertzale no hace sino abonar su relativa soledad política. Y añade argumentos a quienes, como Pedro Sánchez en Madrid o María Chivite en Pamplona, se niegan a pactar nada con ellos.
En cuanto a la ikurriña, no parece justificable que UPN se empeñe en limitar la libertad de quienes acuden al chupinazo y quieren mostrar ésta u otra bandera, siempre que sea legal y de un tamaño que no dificulte el acto. Que la enseña vasca ondee en el balcón consistorial ya es otra cuestión. La ley no lo ampara. En este contexto, ¿es mejor permitir que dos concejalas abertzales muestren una pequeña enseña vasca en un balcón lateral y ayudar así a rebajar la tensión? Probablemente, aunque es evidente que UPN no comparte esta opinión.
Pamplona parece encaminarse hacia otra legislatura de tensión. ¿Navarra? Veremos si EH Bildu da vía libre al cuatripartito progresista o si, como demandan internamente estos días los más duros, se une a UPN para tumbarlo y forzar nuevas elecciones.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.