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Quizá, la mejor película dirigida por Clint Eastwood me parece 'Mystic River', de 2003 (la peor, no tengo duda; la última: '15.17 Tren a París'), basada en la novela de Dennis Lehane. Comienza con tres niños que juegan en la calle, en su barrio. ... Dos tipos en un coche se hacen pasar por policías de paisano y se llevan a uno de ellos (en realidad son dos depravados cazadores de niños). Lo mantienen secuestrado en un sótano, donde lo violan repetidamente. Toda su vida quedará determinada por ese traumático hecho, del que nunca se repone. El personaje, interpretado por Tim Robbins, se muestra como un adulto apocado y taciturno.
La jerarquía de la Iglesia católica española está manteniendo una actitud vergonzosa y lamentable respecto a los crímenes de pederastia cometidos por curas en España a lo largo de muchos años. Esta pasividad y silenciamiento, a diferencia de la tónica en Francia o Alemania, debe costar a la institución religiosa el más alto precio de desprestigio y la desconfianza de sus fieles. Que las iglesias queden aún más vacías de lo que ya están será lo lógico. ¿Qué clase de autoridad moral y de cualidad de guías espirituales pueden ostentar quienes pretenden mantener en la oscuridad, y nunca mejor dicho, uno de los crímenes más ominosos que puede cometer un ser humano?
Un demoledor y sarcástico chiste gráfico de 'El Roto' sintetizaba una pregunta que me hago. En la viñeta, un príncipe de la Iglesia se hace la consideración de que al fin y al cabo la pederastia ha servido para fomentar muchas vocaciones sacerdotales. La pregunta es si un pederasta se hace cura para tener niños a su disposición cerca y desde una posición de poder sobre ellos o si es al revés: si la pederastia surge y se practica tras ser cura debido al celibato y a una retorcida concepción del poder de dominación. No lo sé. En todo caso, en ambas posibilidades la impostura y la monstruosidad están presentes.
A pesar de las trabas que se ponen, los casos de abusos y violaciones de niños por parte de religiosos van saliendo a la luz y asombra su elevado número. Los confiesan las víctimas: hombres a los que estas abominaciones les empañaron la infancia; hombres que han callado hasta ahora y que arrastran ese trauma de por vida, como el personaje de 'Mystic River'. Y la culpa de quien ha hecho eso a un niño, además a su cargo, bajo su poder e influjo, no prescribe nunca ni se lava con confesiones ni arrepentimientos.
En 'El sacerdote', tremendista película de Eloy de la Iglesia de 1978, el atormentado cura que encarna Simón Andreu cortaba por lo sano la perturbadora tentación que le despertaban los niños en pantalón corto que jugaban al fútbol en el patio. Lo resolvía con una drástica cirugía, sirviéndose de las grandes tijeras de podar que le coge al jardinero del colegio.
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