Patxi y la destrucción
Furgón de cola ·
La reconstrucción del país se enfoca por el lado de los golpes de Estado y el comunismo pirómanoPablo Martínez Zarracina
Viernes, 29 de mayo 2020, 00:53
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Furgón de cola ·
La reconstrucción del país se enfoca por el lado de los golpes de Estado y el comunismo pirómanoPablo Martínez Zarracina
Viernes, 29 de mayo 2020, 00:53
Ayer se celebró la quinta sesión de la Comisión para la Reconstrucción y, efectivamente, hubo que reconstruirla. La comisión. Sucedió porque por la mañana Pablo Iglesias volvió a demostrar que, sin rastro del brillo de antaño, ha quedado para manejar el juego subterráneo: lo frena, ... lo acelera, lo disimula, lo exhibe, lo distribuye. Toda la cizaña pasa por sus pies. Un seguro de vida en la Champions del odio.
Con la bipolaridad habitual, Iglesias saltó de pronto al cuello de Iván Espinosa de los Monteros. Lo hizo después de felicitarse por el tono constructivo de la comisión. El líder de Podemos dijo que Vox parecía tener ganas de golpe de Estado y dejó caer que lo que no tiene es pelotas para darlo. Espinosa de los Monteros pidió amparo a la presidencia y terminó yéndose ante la actitud de Patxi López, que parecía puesto allí por el presidente auténtico, algún adulto que tuvo que ausentarse y le encargó que apuntara los nombres de los que alborotasen. El diputado de Vox se iba y Pablo Iglesias remató machirulo: «Cierre la puerta, señoría».
Recordarán que en los actos del día de la Constitución una cámara pilló a Iglesias y a Espinosa de los Monteros tronchándose juntos de risa. El teatro, claro, lo hicieron ayer. Puestos a recordar, Patxi López ha sido lehendakari y presidente del Congreso. Expresándolo en términos politológicos, la 'auctoritas' debería salírsele por las orejas. Y, en su presencia, una comisión parlamentaria de la que va a tener noticia un país que avanza del drama de los muertos al drama de la crisis nunca debería convertirse en el salón de juego de unos privilegiados irresponsables.
A favor de Patxi López hay que decir que por la tarde pidió disculpas por no haber estado «a la altura» y que, cuando volvió a liarse (Vox refiriéndose a Podemos como «pirómanos comunistas»), dijo que ya estaba bien y soltó un discurso sobre demostrar de una maldita vez que la política sirve para algo. El discurso fue flojo pero estuvo a punto de sonar solemne: así de mal está todo. No servirá, por supuesto, para nada. ¿Recuerdan al asesor aquel de Merkel que decía que el peor error consistía en intentar sacar rédito político de la pandemia? Cómo no cometerlo cuando tienes una élite política que no distingue entre algo que se llama «comisión para la reconstrucción social y económica» y 'La Sexta Noche'.
NISSAN
Si el cierre de la fábrica de Nissan en Barcelona era un desastre anunciado, la reacción ayer de la política española fue sorprendente. De un modo bastante unitario, se apostó por reconducirlo todo. ¿Ahora? Como si una multinacional tuviese sentimientos -y no me refiero al amor o al decoro, sino al miedo- y fuese a pensarse algo dos veces al comprobar que Reyes Maroto y Pere Aragonès se han enfadado. Más resolutivo, Gabriel Rufián llamó a nacionalizar la fábrica, no se sabe si con las patentes y las licencias de Nissan, puede que incluso llamase a nacionalizar la multinacional, y no olvidó añadir que le daba igual que le llamen comunista por exigirlo. Es algo que Rufián hace con frecuencia: atribuirse un gran pedigrí revolucionario por vía interpuesta y ficticia. Yo lo agradezco mucho porque me recuerda a lo de 'Granujas de medio pelo': Woody Allen presumiendo de que en la cárcel le llamaban 'El cerebro' y los de la banda explicándole que aquello la gente lo hacía porque es muy mala, en plan sarcástico.
PLAYAS
Hace nada confiábamos en que el calor ayudaría contra el coronavirus. Encerrados como estábamos en casa, dábamos por buena la idea de que las epidemias no se llevan bien con el verano. Lo que no podíamos intuir es que el problema con el buen tiempo lo íbamos a tener por el lado de las aglomeraciones. Estamos recuperando la normalidad y la idea era hacerlo de un modo progresivo y cauteloso. Sin embargo, se suceden los días radiantes y la gente se va a la playa, generando escenas que preocupan porque un arenal abarrotado es la antítesis de la distancia social. Y porque, si las playas están así en días laborables de finales de mayo, cómo estarán en fin de semana o bien entrado junio. El fenómeno no tiene que ver solo con el buen tiempo, sino también con lo rápido que se recupera la sensación de normalidad. La paradoja es que la falta de preocupación también es contagiosa y aumentará si todo va bien, poniendo en peligro que todo siga bien. En Cádiz van a vigilar los aforos de las playas desde edificios altos. En Mijas van a usar drones. La idea general de que ir a la playa, como tantas otras cosas, no es algo imprescindible aún no se ha puesto a circular.
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