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Puigdemont y Andoni Ortuzar se reunieron ayer en Waterloo. La cumbre tuvo lugar en lo que parecía la sala de estar de la Casa de ... la República y, al tratarse de una cita internacional, estuvo presidida por tres banderas de solemnidad variable. Mientras que la senyera y la bandera europea colgaban de sus mástiles al modo habitual, una enorme ikurriña virtual aparecía en la pantalla de la Smart TV que presidía el espacio: el pedazo de tele frente a la que cabe imaginar a Puigdemont relajándose de la honorabilidad en el exilio viendo Netflix y los partidos del Girona.
Inmortalizada para la historia por los equipos de Junts y el PNV, la escena es extraña. Sentados junto a la tele con la ikurriña en alta definición, Puigdemont y Ortuzar parecen dos amigos que saben que la reunión va a ser rápida y han puesto a descargar en la Play 5 un juegazo ambientado en Euskadi, quizás una extensión del 'Mortal Kombat' protagonizada por aizkolaris. Sin embargo, no se ven los mandos de la consola ni en la mesita ni en el mueble de la tele. ¿Qué pasó entonces? ¿Puede que el presidente del PNV viaje al extranjero sin llevar consigo una ikurriña de emergencia? ¿La lleva acaso en un USB? ¿Se darían cuenta a última hora en Waterloo de que no tenían ikurriñas para recibir a Ortuzar? ¿Le pedirían a Valtònyc que pensase algo él que entiende de tecnología y es el único que sabe cómo funciona la tele?
Son hipótesis insuficientes. La importancia de la escenografía política es máxima. Cada detalle encierra un mensaje. Así que esa bandera descargada de la Wikipedia debe de significar algo. Quizá sea la bienvenida al PNV a la dimensión puigdemoniaca de la realidad, tan surrealista e imprevisible. Estaríamos, por tanto, ante una reconciliación. Recuerden que el lehendakari salió escaldado del desenlace desastroso del 'procés' y Puigdemont llegó a dudar de su palabra. Pero ahora el PNV se alía con Junts frente a la dupla Bildu-Esquerra. Pedro Sánchez no va a dejar a nadie vivo a su alrededor. ¿Qué otros mensajes ocultará esa ikurriña en lo tocante a la multitudinaria y explosiva investidura? ¿Y por qué la semana pasada, cuando Puigdemont recibió a Yolanda Díaz, nadie buscó en el móvil una bandera gallega y comenzó a mover el teléfono, como si lo meciese el viento, detrás de la cabeza de la vicepresidenta?
RFEF
La primera convocatoria de Montse Tomé como seleccionadora se aplaza por causa de fuerza mayor. Es que, de las veintitrés jugadoras que acaban de ganar el Mundial, veintiuna rechazan volver si no hay cambios. «Bueno, nos quedan dos», pensará Tomé si es optimista. Pues ni eso. Claudia Zornoza no ha rechazado ir a la selección por la sencilla razón de que se ha retirado de la selección. Entre los cambios que las campeonas del mundo exigen, la reestructuración de todo el organigrama del fútbol femenino. Si a las jugadoras debe reprochárseles su tendencia a la denuncia abstracta, solo puede aplaudírseles su amor por la demolición. Cuando conspiran en los reservados de las discotecas, sus colegas masculinos apenas tienen energía para echar al míster.
TikTok
La Comisión Irlandesa de Protección de Datos multa a TikTok con 345 millones de euros por poner en riesgo los datos personales de los menores. Es probable que en Europa no hayamos inventado desde la Enciclopedia nada tan benéfico para el mundo como esta comisión: hace un año, el puro que le metieron a Instagram fue incluso mayor. Por supuesto, no todo puede dejarse en manos de las instituciones europeas. Al ver a un niño trasteando en TikTok hay que reaccionar como al verlo jugando con una serpiente tigre australiana. Saben a lo que me refiero: correr hacia él, quitarle el teléfono, lanzarlo contra el suelo, destrozarlo a patadas y salir corriendo con el chiquillo en brazos hasta alcanzar un lugar sin conexión.
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