Voto, modo de empleo

Yo sé que hoy solo importan los resultados, pero no quiero dejar pasar que ayer los candidatos votaron mal. Mal técnicamente. Y ellos son los que lo tienen fácil porque no deben decidir a quién votar. Se votan a sí mismos. Pues incluso así hubo problemas. El presidente del Gobierno votó y se dejó olvidado el carné. «¡El DNI, el DNI!», tuvieron que gritarle desde la mesa, asustados al verse ya detenidos por quedarse con documentación sensible que afecta al Estado. Lo que hicieron entre otros Óscar Puente, alcalde de Valladolid, Miguel Anxo Fernández, candidato del BNG a la alcaldía de Ponferrada, y Emiliano García-Page fue plantarse ante las urnas sin carné. Una cosa tienes que llevar al colegio electoral. García-Page se explicó ante la prensa: «Me he dejado la cartera en el otro pantalón». Luis García Gascón, el candidato de Podemos para sustituirle al frente de Castilla-La Mancha, sí llevó el DNI y encarnó durante un instante una alternativa sólida. Pero se olvidó de votar en las municipales. Solo metió un sobre en la urna. En lugar de al teatrillo edificante, los candidatos deberían dedicar la jornada de reflexión a repasar. «Sonrisa, carné, papeletas». Como si fuesen los pasos de una coreografía. «Fotógrafos, carné, saludos». Hasta que salga solo: sonrisa, carné papeletas, fotógrafos, carné, saludos. Hay elecciones en diciembre y estaré atento. Ahora pasemos al otro asunto que también tiene cierta importancia: los resultados.

Muere Antonio Gala el primer fin de semana de la Feria del Libro de Madrid y se activa automáticamente el recuerdo de aquellas ferias de antaño en las que siempre era el autor más vendido. Frente a la caseta en la que se anunciase Gala, se constituía una cola multitudinaria, extensa, inverosímil, de lectores entregados, sobre todo lectoras, que esperaban su turno las horas que fuesen necesarias, con un fervor absoluto y semireligioso. Se impone hoy esa imagen de Gala sobre la del afilado autor teatral de la Transición o la del generoso mecenas final, que tanto impulsó el talento joven desde su fundación. Si no es justo, es explicable. Ni firmando cientos, miles de libros, dejaba Gala de posar, con su pañuelo de seda y su bastón de puño plateado, viperino y sentimental, mitad monje y mitad Charlus, bordando la figura del escritor realmente éxitoso, pero exitoso en serio, una figura, hoy lo sabemos, al borde mismo de la extinción.

El ministro Lavrov acusa a Occidente de «jugar con fuego» al plantearse entregar aviones de guerra a Ucrania. Este mismo año Lavrov acusó a Estados Unidos de eso mismo, de estar jugando con fuego, con su apoyo a Taiwán. Cuando Trump tuvo la enganchada aquella con Kim Jong-un por las pruebas nucleares, Lavrov acusó a la Casa Blanca de jugar con fuego. El modo que tiene Lavrov de entender la combustión es muy curioso. Entre otras cosas, porque no hay fuego si Rusia invade un país vecino. Ahí lo que hay es protocolo antiincendios.