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La justicia restaurativa vive un gran momento. Incluso ha llegado por el lado de los abusos sexuales al seno de la Iglesia, que al parecer estima más conveniente levantar el mentón edificante que levantar las alfombras. Desde hace al menos cinco años se dan en ... distintas diócesis encuentros entre religiosos y sus víctimas. Julián Ríos, profesor de la Universidad de Comillas y experto en encuentros restaurativos, publicó el mes pasado un artículo académico a partir de su trabajo en estos procesos. Aclara en él cosas interesantes. Por ejemplo, que el encuentro no revictimiza a quienes sufrieron abusos, sino que al contrario los empodera. O que el objetivo de los encuentros no tiene que ver con la conciliación entre agresor y víctima, sino con que la víctima «pueda hacer su camino vital libre ya del vínculo tóxico que le unió al agresor y a la institución».
Luego el profesor Ríos anota cosas indignantes, como que en su trabajo encuentran «importantes dificultades para desentrañar lo ocurrido». Hay información sobre abusos en «expedientes secretos» y casos sobre los que «no se ha realizado acto alguno de investigación». Es significativo que la Iglesia financie con una mano la prestigiosa sofisticación restaurativa mientras con la otra oculta expedientes. El portavoz de los obispos quizás estaba presumiendo de archivística cuando se jactó de que, «incluso sumando todos los que han salido en los medios de comunicación», los abusos en la Iglesia no pasaban de mil casos.
Ahora la Comisión para la Prevención de Abusos Sexuales que trabaja con el Obispado de Bilbao quiere traer los encuentros restaurativos al País Vasco. Se trata de un proyecto a medio plazo para el que utilizan términos peliagudos como 'sanar' y 'cuidar'. Es por supuesto inevitable que entre nosotros se haga la comparación con los encuentros entre etarras y víctimas del terrorismo. Pero la analogía apenas se sostiene. Por mil razones. Entre ellas, que el terrorismo no contempla en su doctrina ni el arrepentimiento ni el perdón. Y sin embargo conocemos casos de etarras que tras cumplir largas condenas reconocieron que el fanatismo les llevó a arrebatar vidas ajenas y a arruinar la propia. Lo que no conocemos es a muchos religiosos que, tras el examen de conciencia, fuesen del confesor al juzgado, directos a incriminarse.
'Si es sí'
Al fin se manifestó el presidente sobre la crisis ya abiertamente estrambótica del 'solo sí es sí'. Lo hizo ante una audiencia complicada: su grupo parlamentario, una gente que suele aplaudirle los andares. «Es evidente que la ley ha tenido algunos efectos indeseados», aseguró Pedro Sánchez antes de añadir lo importante: «Y me quedo corto». Después venía un «y no me hagáis hablar», pero se contuvo. A continuación, Sánchez dispersó sutilmente la responsabilidad de la ley de efectos indeseados entre «los grupos parlamentarios que la aprobaron». Fue una forma de graduar la culpa, que es toda de Podemos, pero también, de un modo secundario, de Coalición Canaria, de Teruel Existe y puede que, de un modo ya casi anecdótico, del presidente del Gobierno que redactó la ley y la aprobó en el Consejo de Ministros.
Bono cultural
Otro efecto indeseado: el Supremo anula la exclusión de los toros del ámbito de aplicación del bono cultural joven. Un disgusto para Miquel Iceta, que es devoto de la poesía japonesa y sería sensible a la historia del novillero Atsuhiro Shimoyama, 'El Niño del Sol Naciente'. El Supremo señala la contradicción de excluir una actividad cultural que es reconocida como tal por el propio legislador. Yo soy contrario a subvencionarles la afición a los chavales. Su deber es colarse en las plazas y saltar de espontáneos. Pero los mimamos. Los chicos que usaban los 400 euros para comprar videojuegos y revenderlos van a descubrir que el beneficio en serio se lo sacas a un tendido bajo la tarde de Morante y el 'No hay billetes'.
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