Verde y criminal
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La Policía detiene a veintidós ecoactivistas de Futuro VegetalEl refranero establece que tres son multitud y el Código Penal ve venir de lejos que esos tres van a constituir en cuanto puedan un grupo o una organización criminal. La diferencia está en la estructura, que en el segundo caso es premeditada y estable. La verdad es que lees el tipo penal y te parece que las defensas de ciertos equipos de fútbol quizá sean organizaciones criminales, al agruparse para la violencia y repartirse las tareas ejecutivas: tú agrede por la derecha, tú por la izquierda, tú intenta el homicidio cuando hay córner.
Dejando a un lado el posible procesamiento de la defensa del Getafe, es a veintidós activistas de Futuro Vegetal a los que la Policía acusa de formar una organización criminal. Los detuvieron en diciembre y les atribuyen acciones que todos vimos y ellos mismos reivindican: lo de las 'Majas' en el Prado, lo de cortar la M-30, lo de acceder a las pistas de Barajas… En cuanto a la pasta, donativos por más de 140.000 euros y daños valorados en más de medio millón. El tamaño de la imputación hace pensar en ecoterrorismo, pero la gente de Futuro Vegetal hace pensar más bien en jóvenes que mezclan ecologismo y milenarismo por la cosa generacional. No hay duda de que jugar con fuego en un museo debe ser sancionado, pero que el aparente líder del grupo se llame Bilbo como un hobbit algo dirá de su peligrosidad. «El Pablo Escobar vegano», vacila tras la acusación policial el joven en sus redes, que muestran por lo demás a un naturalista que no distingue la naturaleza humana y les lanza corazoncitos a bellezas que se ve a kilómetros que han sido generadas por inteligencia artificial. El líder Bilbo apareció en el programa de Iker Jiménez, que es algo que tampoco parece muy propio de 'El Chacal'. La entrevista, eso sí, es decepcionante. El rey del misterio tiene delante a un joven al que le brilla la extinción planetaria en las pupilas y evita las preguntas decisivas. ¿Si se extingue este mundo qué sucede con el otro mundo? ¿Puede reencarnarse un vegetariano? ¿De dónde diablos han estado viniendo los emisarios del futuro si no hay futuro?
Inmigración
Emiliano García-Page es el fantasma del PSOE pasado y ayer se puso noventayochista y diagnosticó: «España es un laberinto sin salida». Suena mal, pero hay esperanza: si estamos dentro del laberinto, en algún lado hay una entrada por la que se tiene que poder salir. El presidente de Castilla-La Mancha se refería a la facilidad con la que el Gobierno es esquilmado por sus socios y en concreto al asunto de cederle a Junts las competencias de inmigración. «Puigdemont si pudiera a mí me convertiría en un extranjero», dijo Page olvidando tal vez lo que hará con él Pedro Sánchez en cuanto pueda. Acostumbrado a funcionar como una máquina expendedora de excusas aleatorias, Félix Bolaños informó ayer de que la política migratoria es una política europea, de modo que en realidad da igual quién tenga las competencias. Nunca deja de sorprender el desparpajo. Años esquivando los problemas derivados de la inmigración como el mayor de los tabúes y el asunto se lanza de pronto al centro del escenario como solución desesperada para aprobar unos decretos. Pues enhorabuena: moverlo de ahí ya va a ser imposible. Una vez levantada la veda, los incentivos para aprovecharlo son aplastantes.
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