Llega un momento en las tramas de corrupción de gran categoría en el que de los corruptos no impresiona tanto el envilecimiento como la dedicación, la organización y la capacidad de simultanear chanchullos diferentes. Creo que ahora lo llaman 'multitasking'. Ese momento ha llegado ya ... para Víctor de Aldama, que comenzó siendo el «conseguidor de la trama Koldo» y ya está siendo elevado por los investigadores de la UCO a «centro del universo de la corrupción». No soy policía lírico, pero imagino que de ahí solo queda ascender a «partícula elemental del cosmos del latrocinio».

Publicidad

A medida que pasan los días y se hacen públicos los inacabables sumarios, se filtran los audios y afloran los pantallazos, con Aldama el estupor no deja de crecer. Resulta imposible estar al tanto de todos los chanchullos en los que está involucrado y del modo folletinesco en que estos se relacionan entre sí. Aldama es un núcleo irradiador de lo suyo. Impresiona imaginarlo en su momento mejor, respondiendo a un mensaje en el que la vicepresidenta de Venezuela le llama «Vic» mientras habla por el manos libres con el dueño de una aerolínea sobre un rescate gubernamental. Y todo mientras repasa mentalmente lo que le queda por hacer antes del almuerzo: mirar lo de Hacienda y los millones de los hidrocarburos, revisar lo de los lingotes, repartir lo de las mascarillas, confirmar lo de la gente a sueldo en la Guardia Civil y comprobar que han arreglado la nevera del piso en la plaza de España que le pagan a la relación sentimental complicada del ministro de Transportes.

Qué capacidad. Y usted baja a la calle para comprar el pan y echar la Bonoloto y termina pidiendo en la administración de lotería una chapata tostadita. Esa semana usted tampoco ganará la Bonoloto y en cambio Víctor de Aldama habrá sacado varios millones del país. De lo que al parecer -es muy curioso- sí tienen las mismas probabilidades usted y Aldama es de hacerse una foto con el presidente del Gobierno, que por supuesto no tiene la responsabilidad de saber quién es la gente que posa junto a él, pero quizá sí la de que entre su gente no haya nadie capaz de colocarle al lado al fermión y al bosón de la corrupción para las fotos.

EE UU

Basura flotante

¿Invitar a un cómico corrosivo a un acto electoral? Nunca. Es mala idea. Miren si no a Tony Hinchcliffe soltando en un mitin de Trump que ha oído que hay una isla de basura flotando en medio del océano y que cree que la llaman Puerto Rico. Buscas su intervención para ver cómo sigue el chiste y el chiste es solo eso: un 'one-liner' flojo y electoralmente nefasto. Porque los portorriqueños no votan el día 5, pero sí lo hace, pongamos por caso, Marc Anthony, estrella absoluta que a Puerto Rico lo lleva en el corazón y en las canciones, que si isla del encanto, boricuen, preciosa. El cantante ha respondido al chiste de Hinchcliffe con un vídeo de apoyo a Kamala. Del mismo modo, Jennifer Lopez, Ricky Martin o Bad Bunny, absolutos ídolos latinos en Estados Unidos, llevan desde el lunes recordándole al país lo bonito que es Puerto Rico y lo feo que fue ver allí al presidente Trump lanzando rollos de papel higiénico como un triplista cuando el huracán 'María'. Tony Hinchcliffe es un humorista que no recula al entender que sus chistes no deben tomarse en serio. Hace bien. La culpa no es suya sino de los estrategas de Trump, a los que tras el destrozo puede decirles lo que el borracho de la fiesta: «¿Pero entonces para qué me invitan?».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad