
Trumpismo ibérico
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Los aranceles de Trump dejan a los de Abascal en un fuera de juego históricoVox es el partido valiente de la política española y ha reaccionado a la ofensiva arancelaria de Donald Trump con un arrojo que roza la ... temeridad: evitando por todos los medios nombrar al presidente de los Estados Unidos. Hace solo dos meses, Santiago Abascal sí parecía saber quién era Trump: «un compañero de armas en la batalla por el bien, la verdad y la belleza, en la batalla por el sentido común, en la batalla por la libertad». Que la batalla por todas esas cosas haya comenzado con aranceles del 20% para España y el resto de países de la UE, con el Ibex hundido, las acciones de los bancos desplomándose por miedo a una recesión y los exportadores españoles calculando pérdidas de más de cuatro mil millones de euros ha dejado a Vox en la clase de fuera de juego que se mide por kilómetros.
Un órsay histórico.
Lo demuestra, por ejemplo, que el vídeo con los agricultores épicos y los obreros hímnicos, el vídeo con las bodegas, los jamones, la música de Albéniz y el lema proteccionista: («Compra lo tuyo. Defiende lo nuestro») lo haya sacado instantáneo el Gobierno y no la fundación Disenso. Otra forma de verlo: Santiago Abascal está ahora mismo intentando buscar una salida cuando podría estar bloqueando con un tractor la entrada de un McDonald's y llamando a resistir al yanqui protestante como hicieron nuestros bisabuelos en El Caney y Manzanillo.
Vox intenta ganar tiempo susurrando que los aranceles que Trump le impone a España a ellos no les gustan y gritando que en cualquier caso son culpa de Sánchez y Feijóo. Ahora solo les falta explicar por qué por culpa de Sánchez y Feijóo Trump les ha impuesto también aranceles a Japón, Turquía, Bangladesh, Serbia, Nueva Zelanda, Botsuana y más o menos el resto de países del mundo. Una de las peores cosas que puede hacer un partido político en los momentos serios es parecer de broma. Sucede cuando llega al fin una amenaza exterior que no es una ficción y a ti, el gran patriota, te pilla presumiendo de amistad precisamente con el agresor, alguien a quien tu escritor de discursos, siempre vibrante y espiritual, sitúa del lado del bien, la verdad y la belleza: los tres pilares sobre los que evidentemente se sostiene en Manhattan la Torre Trump.
Meta
El capitalismo se complica y más de dos mil trabajadores pierden su empleo por el cierre de la sede barcelonesa de Telus International, empresa encargada por Meta de vigilar y moderar los contenidos de Facebook e Instagram. Además de muy extraño, el trabajo no era, por lo que se ve, nada sencillo. La razón es precisamente esa: lo que se ve revisando las publicaciones del personal. Las bajas eran frecuentes entre unos trabajadores expuestos día tras día a imágenes de violencia, perversidad y pornografía. Imagino que tampoco contribuirían a la salud mental las otras imágenes, las de los menús degustación, las mascotas y los pies en la piscina. En cualquier caso, la moderación de Meta no cierra en Barcelona por los riesgos laborales, sino por otro riesgo mayor: el de los tiempos. Hace tres meses que Mark Zuckerberg se plegó a los designios de la Casa Blanca, lo que en términos de redes sociales implica el fin de la revisión vertical de contenidos. La genuflexión del gurú ha sido veloz, versallesca y muy elástica. Conviene llevarte bien con el que manda cuando tu empresa tiene este mes en un tribunal de Washington, pongamos por caso, un pleito con la Comisión Federal de Comercio por prácticas monopolísticas.
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