Urgente Dos bomberos muertos y otros 14 heridos en un incendio en un garaje en Madrid

El PNV es un partido aburrido, previsible y ordenado hasta que deja de serlo. Cuando eso sucede, el PNV se convierte en un partido originalísimo ... que propicia un espectáculo fascinante: la transformación en indomable de gente que por lo general accedió al primer cargo institucional estando en EGI, poco después de acceder a la primera comunión. La conexión del TAV con Navarra está originando uno de esos espectáculos. Fue la diputada foral de Gipuzkoa quien antes del verano comenzó a reivindicar ruidosamente la conexión por Ezkio, que no parece la preferida por el Ministerio de Transportes. Al instante el diputado general de Álava salió a garantizar que él no iba a entrar en polémicas aunque la conexión por Vitoria fuese la mejor y la única posible. Como el conflicto prendió rápido y fue subiendo de tono, el lehendakari intervino en septiembre y pidió calma y visión de país. Pradales les recordó a los territorios que las decisiones respecto al TAV las toman los gobiernos, concretamente el central, el vasco y el navarro.

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La advertencia del lehendakari lo cambió todo. Gipuzkoa y Álava siguieron chocando como si tal cosa y la semana pasada vimos al alcalde de San Sebastián tildando de «egoísta» la posición del diputado general de Álava. Desde Álava se respondió pidiendo respeto e institucionalidad y puede que activando también el plan que prevé el despliegue disuasorio del cuerpo de miñones en la frontera con Gipuzkoa. Lo increíble no es solo que el PNV no haya conseguido cerrar la clase de conflicto territorial que solo puede acabar mal, sino que haya conseguido llegar con él abierto hasta la víspera misma de una Asamblea General que debería servir para ofrecer una imagen de unidad tras la inesperada sucesión de Andoni Ortuzar. Un acuerdo 'in extremis' neutraliza la ponencia guipuzcoana que buscaba el apoyo del partido a la conexión por Ezkio. Por ahora. Hay a quien le sorprende el silencio en este asunto del PNV de Bizkaia y lo atribuye a un raro caso de disciplina. No descarten que lo que suceda sea que en Bizkaia estén como tantos vascos convencidos de que ellos la Alta Velocidad en realidad no la llegan a ver, al tratarse de una cosa improbable y lejana, para las generaciones futuras, un poco como la teletransportación.

País Vasco

Treinta y seis años en flor

El Gobierno vasco aspiraba a que el plan Emantzipa contribuyese en el primer año a que 15.000 jóvenes pudiesen irse de casa. Recuerden que el plan consiste entre otras cosas en una ayuda de trescientos euros mensuales durante dos años. Como los jóvenes vascos emancipados han sido menos de la mitad, van a ensancharse los requisitos. Por ejemplo, la edad de los perceptores. Hasta los treinta y seis años. No parece una edad apropiada para andar yéndote de casa de tus padres, sino una idónea para empezar a pensar en echar a tus propios hijos de tu casa. A los mayores, al menos. Sin embargo, tenemos la demografía hecha un desastre y a los jóvenes vascos les coincide el inicio de la vida independiente con el medio del camino biográfico. El desajuste es abismal. Y las ayudas de inspiración nórdica, que parecen destinadas para que los veinteañeros salgan al camino, no pueden sustituir a lo que se necesita en realidad: sueldos decentes y viviendas accesibles. El modo en que con eso los jóvenes forman familias es de un automatismo testarudo. Observen, por ejemplo, a los jóvenes diputados disruptivos. Media legislatura en el Congreso y todos propietarios y padres numerosos como próceres de la Restauración.

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