Cataluña en estado de emergencia por la sequía. La peor del último siglo, aseguró ayer Pere Aragonès. Más de doscientos municipios, Barcelona entre ellos, tienen desde hoy limitado el consumo de agua. La primera fase de la emergencia no contempla cortes de suministro en los ... hogares, pero sí bajadas de presión, la reducción en un 80% del riego agrícola y la prohibición del llenado de piscinas. Entre los hoteles y las segundas residencias del independentismo 'enragé', Cataluña debe de ser un país tendente a las piscinas. También uno, lo anota Pla en el 'Cuaderno gris', que en cuanto el viento seco anuncia la primavera se vuelve «sahárico, sediento, exhausto» hasta las lluvias de septiembre.

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Recordar que este domingo superamos la mitad del invierno y avanzamos hacia la luz no invita esta vez a la felicidad sino a la rogativa. Y no solo en Cataluña. Andalucía también necesita agua urgentemente. Moreno Bonilla incluso reclama la ayuda del Fondo de Solidaridad de la UE destinado a catástrofes naturales. Hace un mes, lo que reclamaba en Cataluña el conseller de Acción Climática era «solidaridad territorial» para recibir agua de otros lugares. Lo hizo así, sin el menor preámbulo expiatorio ni alguna mínima referencia a que es posible que el Govern tampoco haya sido en los últimos años lo que podríamos llamar un generador incomparable de concordia, fraternidad y apoyo mutuo.

La solidaridad territorial debería funcionar sin embargo como un resorte. Invariable, efectiva y automática. Lo hará sin embargo como una espoleta y estallarán los agravios, la filosofía de campanario y el juego sucio político puesto al servicio del ciclo informativo del momento. ¿Qué cosas no podrá tuitear Puigdemont sobre catalanes muriendo de sed mientras abre otra Perrier fresquita en Waterloo? Tras resignarte a que los consensos y las estrategias conjuntas sean imposibles, solo queda esperar a que el diluvio salve a la parte de la humanidad de la que formas parte mientras reconoces que hay una evidente coherencia suicida en jugar también con las cosas de beber.

Francia

A tomatazos con Francia

En 2009 'Libération' publicó que Sarkozy había dicho en una reunión que Zapatero no era muy inteligente. Recordarán el escándalo. Yo recuerdo los detalles. En lo que pudo ser el estertor de la Guerra de Independencia y el último abrazo del 78, el periodista Luis Herrero, por entonces eurodiputado del PP, reaccionó asegurando en TVE que Zapatero era su presidente y que, cuando se cruzase con Sarkozy, le dirigiría las siguientes palabras: «Y tú, enano, ¿de qué vas?»

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Fue Segoléne Royale la que se disculpó con Zapatero. Quince años después, Royale ha llegado más lejos insultándonos, no ya al presidente, sino al tomate nacional que refulge en el gazpacho. «¿Han probado el tomate bio español?», dijo Royale en la tele subiéndose al carro de las protestas de los agricultores. «Son incomibles». Cierto que llevamos años protestando porque los tomates no saben a nada, pero ha tenido que intervenir Pedro Sánchez. «El tomate español es imbatible», dijo ayer en Bruselas. En su escala de excelencia, imbatible es lo máximo. De ahí el chuletón imbatible de Alberto Garzón. Puede que también sea una palabra en clave para el servicio secreto. ¿Recuerdan si volvimos a ver a Alberto Garzón después de aquello?

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