Tiempo de jurar

Caracas se llena de militares y tensión. González, un anciano en peor forma que Guaidó al que la dignidad puede no dejarle otra salida que el martirio, está en Washington buscando el respaldo de Biden y también el de Trump. A veces esos interregnos estadounidenses favorecen episodios inesperados. En España lo esperable es que Venezuela resurja como asunto interno, o sea, de un modo feroz y ridículo. Pero habrá que posicionarse y veremos cuánto les importa a nuestros adalides de la soberanía popular que Edmundo González sea el presidente legítimo reconocido por el Congreso y el Senado. Los resultados oficiales de las elecciones de julio no son creíbles. Han pasado seis meses y el régimen no ha presentado las actas, incumpliendo la ley y su palabra. Hay quien lo interpreta ya como un detalle secundario, y no es solo Zapatero. Experto en grandes totalitarios, Ignacio Ramonet acaba de verse con Maduro y comienza su entrevista de un modo feroz, audaz, insobornable: asombrándose de la cantidad de elecciones que se celebran en Venezuela y preguntándole por sus planes para «inyectar» aún más democracia, no sin antes aclarar que él, Ramonet, considera que en Venezuela ya hay bastante democracia.

En su poema sobre los Reyes Magos, Eliot dibuja a los tres sabios recorriendo «ciudades hostiles y pueblos inamistosos» y escuchando unas voces que cantan y repiten: «Todo esto es una locura». ¿A qué se referirá? Nunca lo he sabido. Ayer, en fin, los Reyes recorrieron pueblos y ciudades y todo transcurrió con normalidad. La cabalgata en Sevilla tuvo momentos de barra libre, un paje se cayó de cabeza desde una carroza y en un cruce el público pensó en los niños y se puso a insultar a Pedro Sánchez; en Madrid, pensando en los niños, el público lo que hace es acosar sexualmente a Gaspar; en Granada este año un paje agredió por lo visto a un buey propinándole un rodillazo, sí, a un buey, un rodillazo; en Barcelona, los trabajadores de una empresa de seguridad contratada por el Ayuntamiento huyeron a la carrera al detectar una inspección de trabajo sorpresa; en Utrera, en cambio, cinco años después de comprobar que lanzar desde las carrozas objetos de ferretería era mala idea, se lanzaron ayer peinetas, con sus púas, que también causaron brechas y propiciaron suturas. El poder de los Reyes no es en realidad visitar todas las casas y dejar en ellas los regalos deseados. Su poder es sobrevivir a las horas previas.