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El Brexit iba como se sabe de recuperar el control y a partir del 2 de abril los ciudadanos de la Unión Europea solo podremos viajar a Reino Unido con un permiso de entrada electrónico. ETA, por sus siglas en inglés. Las siglas españolas digo ... yo que serán PEE. Habría que utilizarlas para que en el aeropuerto el policía británico ponga también cara rara. Además de los datos del viaje y un número de tarjeta de crédito, el permiso requerirá el pago de 10 libras. Imagino que con eso a partir de abril las fronteras del Reino Unido serán ya inexpugnables. Asistimos al segundo gran triunfo del Brexit. El primero fue la recuperación de lo que el 'Daily Express' denominó «nuestro amado pasaporte azul». No se comenta mucho, pero los tabloides son también bastante moñas.
Con su amado pasaporte azul, los ciudadanos británicos que quieran entrar en Schengen necesitarán pronto un permiso electrónico equivalente. La UE lo llama ETIAS y llevaba tiempo posponiéndolo. Pero si el Reino Unido te exige el ETA tú no puedes no pedirles el ETIAS. Uno de los espectáculos más asombrosos de nuestro tiempo es ver a quienes votaron por el Brexit indignándose porque estas burocracias lo complican todo mucho. Y eso que entrar en el continente será para ellos más barato -siete euros- y no parece que vaya a exigírseles alguna clase de renuncia a interactuar con los balcones de los hoteles.
Por supuesto, estoy siendo injusto. El cruce de salvoconductos no se debe exclusivamente al divorcio europeo. En realidad, la ruptura solo acelera la tendencia de los aeropuertos a ser los congresos mundiales donde se estrena lo último en hipervigilancia. Pronto todas las identificaciones serán biométricas y todos los vigilantes robóticos, todos los datos estarán conectados y todos los interrogatorios asistidos por inteligencia artificial. Es probable que entonces echemos de menos el viejo trato brutal, pero humano, en el control de seguridad: esa experiencia que aceptamos mansamente y que nos sitúa lo más cerca que estaremos nunca, a poco que haya suerte, del estatuto de prisionero de guerra.
Venezuela
Últimas noticias sobre Venezuela: María Corina Machado se fue al canal del exitosísimo youtuber Jordi Wild y Edmundo González se fue a ver a Rajoy y a Felipe. Menuda diferencia. Es como si González aspirase en realidad a ser expresidente electo. De la repercusión de Jordi Wild dio cuenta el mismísimo Nicolás Maduro, que reaccionó al instante garantizándole al creador de contenido español que va a terminar «seco» por «meterse» con Venezuela. Lo hizo, eso sí, confundiéndolo aparentemente con Frank de la Jungla. Maduro es en cualquier caso un gran conocedor del audiovisual español. En 2017 ya dijo que le encantaba 'Zapeando'.
El ministro de Exteriores podría tirarlo por ahí: Venezuela no es una dictadura porque no se sabe de un dictador que, en vez de estar haciendo cosas dictatoriales, esté viendo la Sexta. No es un gran argumento, pero es peor el de que hay que ser politólogo para señalar una dictadura. ¡Monedero es politólogo! Para señalar que vivimos en una simulación basta con ver cómo Maduro amenazaba a Jordi Wild en un acto con la juventud socialista en el que mezcló referencias crísticas a Chávez con invitaciones a los youtubers presentes para hacer con él un TikTok Live.
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