Sirenas de guerra
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País Vasco ·
En Álava y Bizkaia las ambulancias son al tiempo la solución y el problemaResumiéndolo mucho, las ambulancias son vehículos que por fuera llevan luces y sirenas y por dentro personal sanitario. Su labor consiste en llegar rápido a un lugar donde hay problemas para que comiencen las soluciones. Hasta aquí la teoría. En la práctica que nos concierne ... y atañe a Bizkaia y Álava, las ambulancias son en cambio vehículos que con frecuencia han ardido la noche anterior y que no llevan a nadie dentro porque el personal sanitario está de huelga o de baja. De un modo enconado y muy original, en lugar de ser la solución al problema, nuestras ambulancias tienden a ser el problema mismo. Eso explica que en los hospitales vizcaínos y alaveses el paciente no rompa tanto a llorar entre agradecimientos sobrenaturales (¡milagro! ¡es un milagro!) cuando abre los ojos en el posoperatorio, sino cuando ya le han dado el alta y ve aparecer al de la ambulancia tras diez o quince horas de espera insoportable. Desde hace años la situación del transporte sanitario no urgente es entre nosotros de una urgencia máxima.
Ahora parece que la empresa que presta el servicio de ambulancias en Bizkaia y Álava quiere renunciar al contrato. El portazo sería la culminación de una sucesión de líos que implican conflictos laborales, sabotajes, deudas con la plantilla, huelgas encubiertas y una multa millonaria del Gobierno vasco por deficiencias en el servicio. La empresa adjudicataria es catalana y se llama La Pau, lo que tal vez explica su intención de huir de la guerra, pero no su costumbre aparente de hacer de cada nómina a pagar un 'casus belli'. La costumbre de que las ambulancias terminen ardiendo es ajena a La Pau porque las ambulancias también se las quemaban a la adjudicataria anterior cuando, por ejemplo, estaba en juego la adjudicación de un servicio importante. La buena noticia es que, en medio de este caos irresoluble, se dice que, de haber cambio, será «ordenado». Supongo que eso excluye que el sector comience a hacer rehenes entre los pacientes para utilizarlos en las negociaciones y a utilizar a enfermos que estén muy medicados como material combustible en los sabotajes.
Marbella
No hay que idealizar el pasado, pero Marbella fue en los noventa la Atenas de Pericles de la corrupción, la horterada y el populismo. Una sima de la humanidad. Se recuerda a Jesús Gil, pero qué me dicen de aquel tal Roca, que llevaba las cosas del Urbanismo, tenía un Miró en el baño y sufría una especie de maldición por la que le tocaba la lotería constantemente. ¿Y recuerdan a Tomás, lateral derecho del Atlético de Gil que se convirtió sin solución de continuidad en concejal del GIL y consiguió lo imposible: jugar aún más sucio? La oposición a aquel Gobierno municipal se la hacía la socialista Isabel García Marcos, que en su lucha contra la corrupción terminó ella misma condenada en el 'caso Malaya'. Hubo momentos en que en Marbella lo más sencillo parecía detener a todo el pueblo y después ya ir mirando. Ahora ha muerto Julián Muñoz, delfín y tiburón de Jesús Gil, novio de Isabel Pantoja además de alcalde corrupto y pionero en ese diálogo enriquecedor entre el mundo del hampa y el del corazón que tanto explica las últimas décadas españolas. Como si lo eterno no pudiese ser esta vez la salvación sino el 'Sálvame', ayer ya se anunció la entrevista póstuma. Julián Muñoz en exclusiva desde el Más Allá.
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