Urgente Grandes retenciones en la A-8, el Txorierri y la Avanzada por la avería de un camión

Bienvenidos a la semana de la amnistía. Otra vez. La ampliación solicitada por el PSOE en la Comisión de Justicia acaba el jueves. Y parece que Junts ahora igual sí permite que se les amnistíe. Ayer lo dio por hecho Jaume Asens y el sábado ... Carles Puigdemont habló de una nueva etapa sin exilio en la que retomar la unilateralidad contra «nuestros enemigos que quieren destruir la lengua y la nación» o, si se prefiere, «contra uno de los Estados más poderosos y represores que existen en Europa Occidental».

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Lo he consultado y son frases de magnitud 9 en la escala reencuentrológica Bolaños. Indican niveles épicos de reconciliación y nos sitúan a un paso de la intensidad máxima de reencuentro, un fenómeno de concordia jamás registrado en la historia de la humanidad. El ministro no ha dicho nada al respecto porque ha estado intentando hacernos creer que a la Comisión de Venecia, qué profunda emoción, todo en la ley de amnistía le hablaba de amor. Poco importa que en el borrador filtrado el organismo europeo alerte contra la arbitrariedad y la urgencia, recomiende la reforma constitucional y señale la «profunda y virulenta división» que la ley causa en la sociedad.

Pues nada, avanti con la ley. A disputarle el escándalo al 'caso Koldo' y a intentar que con el lío se olvide lo evidente: no habría amnistía si Pedro Sánchez no dependiese de los votos de Junts. Y lo peor es que Jordi Turull estaba ayer tuiteando sobre las negociaciones. Una semana después de que le diese un infarto. El secretario general de Junts debería apagar el móvil y estar tranquilo. El compromiso irrenunciable a la hora de esquivar el martirio siempre ha sido lo mejor del independentismo catalán. Cuídese, Turull. No tengo duda de que la preocupación por su salud es extensa, sincera y transversal. «Disfuncional, pero familia», inscribiría yo en las columnas del escudo de España para sustituir el 'Plus Ultra'. Es un lema que suena de pronto a aerolínea rescatada. Y los jóvenes pueden además malinterpretarlo, al andar flojos de latín, pensando que el comparativo se refiere a Disney y el adverbio al Frente Atlético.

País Vasco

Grandes quemados

Las bajas laborales relacionadas con la salud mental se han disparado tras la pandemia. Salimos más fuertes se mire por donde se mire. Ha sucedido en toda España y especialmente en el País Vasco, líderes junto a Cataluña y Canarias en el podio de la depresión y la ansiedad incapacitante. Fueron 43.500 bajas en 2023, el doble que en 2017, el 65% correspondientes a mujeres. Que el trastorno que te impide trabajar tenga muchas veces que ver directísimamente con tu trabajo completa un círculo vicioso sobre el que alertan los sindicatos. Se tratan como enfermedades comunes enfermedades que deberían ser laborales. Resumiéndolo mucho, antes te rompía la cabeza un costero en el pozo María Luisa y ahora algo se rompe dentro de la cabeza de María Luisa, que teclea frente a una pantalla en una oficina en la que no dejan de sonar los gritos y los teléfonos. Y al mismo tiempo es raro que en sociedades como la nuestra, donde se tiene un problema obvio y creciente con el manejo de la frustración, la gente se encuentre mal por un solo motivo. El fenómeno es complejo pero hay una idea general que siempre ayuda: el trabajo debe servir cuando menos para ganarte la vida, no para arruinártela.

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