El rey emérito aterrizó ayer en Vigo en un avión privado cuyo alquiler cuesta al parecer más de nueve mil euros la hora. El vuelo salió de Stansted, como los de Ryanair. En el momento exacto en que el superjet tomó tierra, puede que en ... Ronda Felipe VI estuviese diciéndoles a los representantes de las maestranzas de Caballería la siguiente frase: «La ascendencia y la historia comportan sobre todo obligación y compromiso».
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Hay interés por conocer cuál será el comportamiento del emérito en su segunda visita a España desde que salió el hombre a la emigración. Que un país no sepa cómo se le va a comportar un exjefe de Estado de ochenta y cinco años es desde luego fascinante. A favor de Juan Carlos de Borbón hay que decir que ayer bajó del avión y se subió a un coche para irse sin más a casa de esos amigos suyos del mundo náutico. No hubo recibimientos a pie de pista, ni uves de victoria a enjambres de periodistas que le gritaban «Majestad, majestad». Quedó más discreto que lo del año pasado, más cerca de aquello de «la máxima privacidad posible». Como el año pasado, el rey emérito se ha instalado en Sanxenxo para participar con el 'Bribón' en una regata que dicen le servirá de entrenamiento para el campeonato del mundo, que se celebrará en agosto en la isla de Wight. Toda esta épica deportiva es fabulosa. A veces pienso que alguien prepara el terreno para explicar que lo de defraudar al fisco el rey emérito no lo hizo como monarca sino como deportista de élite internacional.
A la espera de comprobar si la visita de Juan Carlos de Borbón resulta discreta o catastrófica, solo queda seguir asistiendo al derrumbe de un prestigio que por momentos transforma el pasado reciente del país en una melancólica ucronía. Otra forma de hacerlo es ponerse 'Volver a empezar', ahora que se cumplen cuarenta años del Oscar, y pegar un salto en el sofá cuando llega la escena en la que Antonio Ferrandis recibe una llamada de la Casa Real. El joven rey de la joven democracia quiere agradecerle al escritor exiliado que, al recoger el Nobel, le dirigiese a la Corona unas palabras «tan cariñosas». Ferrandis responde que no dijo más que lo que habría dicho cualquier otro español. «En mi opinión, Señor, es usted el hombre que nuestro país necesita».
Arabía Saudí
Acusábamos con eurocentrismo a las monarquías del petróleo de comprar equipos de fútbol y eventos deportivos, dando a entender que, además de millonarios, eran unos horteras. Craso error. A esa gente le interesa la ciencia y el conocimiento. Y en consecuencia han estado comprando también científicos. Concretamente, a aquellos que son autores muy citados en el campo de la investigación y que por ello hacen subir a sus universidades en el ranking de Shangai. A cambio de que los profesores inscribiesen la universidad Rey Sáud de Riad en la que no trabajaban como su lugar de trabajo principal, Arabia Saudí les pagaba pongamos por caso 70.000 euros al año. Hay quien apela a la precariedad del científico nacional para justificar que, del centenar largo de profesores pillados, once sean españoles. El petrodólar, sin embargo, no buscaba becarios, sino figuras de prestigio capaces de publicar como ametralladoras.
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Ayuso
Al enterarme de que Isabel Díaz Ayuso va a cerrar la lista del PP al Ayuntamiento de Bilbao, me olí algo. «Esto va a ser por la libertad», me dije. Y no quiero presumir, pero la presidenta de la Comunidad de Madrid lo confirma: quiere trasladar a Euskadi su mensaje de libertad. Solo le ha faltado recitar como suele la frase famosa del Quijote: «La libertad, Sancho…». Es una pena que la nación no tenga el libro nacional más frecuentado. Porque tarda menos de medio segundo Sancho en ponerle en minúsculas a don Quijote el discurso impresionante.
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