Sedantes para todos

Al frente de una unidad médica que encargaba ketamina, fentanilo y morfina como si hubiese una guerra o una fiesta, el doctor Ronny Jackson. En El Ala Oeste lo apodaban 'El hombre de los caramelos' o, mejor aún, 'Dr. Feelgood', que era el apodo -junto a 'Max Milagro'- de aquel otro médico, Max Jacobson, que puso al presidente Kennedy y a todo el 'star system' de los sesenta hasta arriba de anfetas y metanfetamina haciendo con ellos lo que hacía con su maletín Hunter S. Thompson: meter dentro «algo para subir, algo para bajar, algo para gritar, algo para reír».

Un informe ha confirmado ahora que cientos de funcionarios de altísimo nivel se beneficiaron de una atención médica que lo mismo incluía cirugías bajo seudónimo que sírvase usted mismo farmacológico. El 'Washington Post' confirmó ayer por su parte que el informe oficial se queda corto. Los sedantes circulaban a escape libre por los pasillos que llevan a los despachos donde, entre otras cosas, se le impone al mundo desde hace medio siglo la guerra contra las drogas. Tras su éxito como suministrador de felicidad, el doctor Jackson ha devenido en senador trumpista. Es que, al llegar en 2021 a la Casa Blanca, Biden puso orden en el servicio médico. Como la realidad es tenaz y creativa, cabe la posibilidad de que el presidente crea a veces que lo hizo confiándole el mando a un prestigioso facultativo de su época y de su confianza: 'Doc' Holiday.

Ilia Topuria, luchador alicantino de origen georgiano, se proclamó el domingo campeón del mundo de la UFC en la modalidad de peso pluma. Lo hizo tumbando en el segundo asalto a una leyenda, el australiano Aleksander Volkanovski, y reproduciendo la conocida trama del aspirante hambriento y el maestro consagrado. Topuria es el primer campeón español en un deporte-espectáculo que mueve millones y vive un auge imparable. Su triunfo podría equivaler al de Fernando Alonso en la Fórmula Uno, solo que en el ámbito de los deportes de contacto, tan proscritos desde hace años en el libro de estilo del país. Apodado 'El Matador', Ilia Topuria es consciente además de que la fama prefiere al personaje y el suyo combina el discurso pesado de la época (entre el 'coach' motivacional y el bróker agresivo) con unas manos de las que hacen época. Solo en la derecha lleva Topuria un puntero láser y un terremoto. Lo comprobó Volkanovski, al que el nuevo campeón noqueó en el lugar del octógono frente al que al australiano lo animaba nada menos que Mark Zuckerberg. La cara del magnate ante el apagón analógico de su amigo mostró durante un segundo de lo que es capaz Europa por el lado de la regulación digital.