Urgente Grandes retenciones en la A-8 y el Txorierri, sentido Cantabria, por la avería de un camión

Del golpe de Estado en Bolivia solo es posible extraer una conclusión clara: en el país hermano a los delincuentes no los detienen, los aprehenden. Pues es más bonito. Con los presidentes que resisten al golpe lo que hacen en Bolivia es sacarlos a hombros, ... no sé, como a Roca Rey. Lo de los golpes últimamente es complicado. Siguiendo con maestros peruanos, en diciembre vimos cómo Pedro Castillo se daba un autogolpe en Lima, pero lo hacía aparentemente él solo, como quien se da una ducha. Salió mal, claro. En Bolivia, el general Zúñiga se fue el miércoles al palacio presidencial con los blindados y terminó discutiendo con el Gobierno como en una junta vecinal. El presidente Arce le paró los pies y le echó una bronca de dedo enhiesto, con todos los móviles grabando. Cierto que había armas y, si a alguien se le escapa el dedo, podía haberse abierto el grifo de la sangre, que nunca se sabe cómo ni cuándo se podrá cerrar. Pero todo fue un poco grotesco. Quizá la historia siempre fue así, un follón con muchos gritos. Solo que antes te la estetizaba Delacroix, o la agencia Magnum, y ahora te la retransmiten al instante trescientos paisanos que levantan el Samsung sobre sus cabezas como si estuviesen escanciando sidra.

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En teoría, el general Zúñiga se levantó en armas contra el Gobierno de Luis Arce, pero no tanto para hacerlo caer como para evitar que Evo Morales, actual gran rival de Arce, se presente a las elecciones. Estoy de acuerdo: no parece tener sentido. Pero tampoco le va a enseñar uno a dar golpes a un general boliviano. La otra conclusión que quizá puede sacarse de lo ocurrido es que todos los participantes aseguran haber actuado obedeciendo el mandato del pueblo, que es la llave Allen del argumento populista: sirve para construir todo lo que pronto se romperá. Tras ser aprehendido, el general Zúñiga aseguró que fue el presidente Arce quien le dijo que había que hacer algo para reforzar su figura. «¿Sacamos los blindados?», dice el militar que le propuso entonces. La típica sugerencia. Sacar los tanques como quien saca algo para picar.

Erkoreka

Segunda línea

Fue en diciembre cuando Josu Erkoreka, por entonces vicelehendakari y consejero de Seguridad, reconoció el desgaste tras veinticuatro años en la primera línea. A continuación, anunció que, para facilitar también la renovación en el PNV, abandonaba justo eso: la primera línea política. Entender que Erkoreka regresaría tras las elecciones al mundo del Derecho o la docencia pareció entonces lógico, pero ahora sabemos que fue infundado. Lo que ha hecho el exvicelehendakari al dejar la primera línea ha sido incorporarse a la velocidad del rayo a la segunda línea y fichar en la Diputación de Bizkaia como asesor. En concreto, como «asesor general» de Elixabete Etxanobe, diputada igualmente general. Argumenta el Gobierno foral que el nuevo asesor rebosa «experiencia» y «validez contrastada», lo que no hace sino subrayar lo llamativo del fichaje: en términos de peso político, Erkoreka podría ser perfectamente el diputado general. Que Elixabete Etxanobe fuese su alumna y formase parte después de sus equipos redobla lo extraño de la nueva jerarquía. La cuestión topográfica, en cambio, queda más clara: en el retiro político al menos hasta la tercera línea todo es presupuesto.

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