«Yo no sabía nada, estaba en la cárcel»
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Las guerras internas son siempre las peores, como el desafío de Ábalos al Gobierno o el fratricidio ya inevitable en EsquerraEl diputado Ábalos ha registrado veintitrés preguntas al Gobierno. Es el mismo Gobierno en el que no hace tanto el diputado Ábalos era el ministro con más presupuesto a su cargo. Las preguntas tienen que ver con el 'caso Koldo', con la compra de mascarillas ... y con su suerte personal. Señalan espectacularmente a los ministros Puente y Marlaska y todo parece el clásico aviso a navegantes, un movimiento de presión que debe traducirse así: «¿de verdad creéis que no me atrevo?» Lo cierto es que tranquiliza mucho que la vida pública adopte la lógica de una película de gánsteres. El género establece como se sabe que las guerras internas son siempre las peores, las más salvajes. De ahí lo promisorio del desafío de Ábalos al Gobierno. O el fratricidio ya inevitable en Esquerra, donde Marta Rovira y Oriol Junqueras -antigua pareja al frente del independentismo de los buenos sentimientos- han dejado de disimular la animadversión que se tienen y se acusan de las mayores bajezas. Mientras eso estalla, incorpórese a la historia universal de las excusas el modo inigualable en que Junqueras defiende su rectitud, su altura moral, su ejemplaridad: «Yo no sabía nada, estaba en la cárcel».
España
El mundo es como es y estar vivo te expone al prodigio y a la estafa. Con frecuencia sucede simultáneamente. Y el prodigio es una estafa. Puede que una enorme, imposible, descabellada, como la de hacer creer a una mujer de Granada y a otra de Bizkaia que eres Brad Pitt y estás «mucho enamorado» de ellas antes de comentarles un asuntillo: necesitas dinero. La Guardia Civil ha cazado a la banda detrás del timo. Se movían en foros de fans del actor, buscaban víctimas vulnerables y en cuanto podían pasaban a enredarlas por WhatsApp. Hay cinco detenidos, diez investigados y un entramado de cuentas internacionales. Parece que se han podido recuperar 85.000 euros, pero a las mujeres de Granada y Bizkaia el Brad Pitt inexistente logró sacarles más de trescientos mil. Y aun así puede que a ambas les pese más la vergüenza que la ruina. Lo sospecha uno al comprobar cómo, ante su caso, hay quien solo cree oportuno hacer piruetas despectivas sobre lo grueso del engaño. Otra opción es reparar en su naturaleza. En los timos tradicionales, el timador fomentaba la vileza del incauto. El timado de la estampita quería engañar a un discapacitado. Si exceptuamos a Angelina Jolie y ahora a Inés de Ramón, a nadie quiere perjudicar quien se enamora de Brad Pitt. Siempre es curioso que sea más presentable actuar como un canalla que como un ingenuo.
Tragarse que una estrella de Hollywood reacciona impresionada ante tus fotos en Salobreña es por supuesto imposible. Por eso el timo tiene ya denominación técnica -estafa romántica- y parece que departamentos policiales especializándose en perseguirlo. La tecnología es como el mundo y mezcla el prodigio y el engaño, poniendo la velocidad y el alcance al servicio de la estafa. Hoy, cuando no te escriben de un banco que no es el tuyo porque van a bloquearte todas las cuentas, te llaman aparentemente de Medellín porque acaban de secuestrarte a un hijo que tu creías en la UPV. Si le dices al del secuestro que no puedes pagar por lo del banco, es probable que te conteste que no te fíes, que hay mucho estafador suelto por ahí.
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