Robot portavoz

No hay nada nuevo ni escandaloso en que los políticos salgan al ruedo con papeles preparados por sus equipos. El escándalo en realidad es que haya periodistas que reciben y acatan sin rubor los mismos argumentarios. Y la novedad es que políticos de primer nivel actúen como robots programados por directores de comunicación y se aferren a la doctrina del día con la fuerza con la que el náufrago se aferra al tablón. No hay conversación posible si los gobernantes responden con una mezcla sistemática, tenaz, ciega, inclemente de falacias exculpatorias y ataques preventivos. Sucede cada día en las ruedas de prensa y en las entrevistas. Sucede cada día en el Congreso. En la última sesión de control, Santiago Abascal le preguntó a Pedro Sánchez cuántas veces había llamado a presidentes de empresas cotizadas para que recibiesen a su mujer. La pregunta puede rebosar mala intención, pero se adapta como un guante a la labor de control gubernamental que ejerce el Parlamento y debería ser contestada con rectitud. La reacción del presidente fue increíble. «Yo sé la respuesta», dijo haciendo gestos como de ser italiano y protestarle a un árbitro invisible. Y le lanzó la cuestión, intacta, a Abascal: «¿Por qué usted no lo dice?». En la repregunta, Sánchez dijo lo mismo pero al revés: «Yo sé la respuesta. Estoy esperando que usted la cuente». El undécimo mandamiento de nuestros políticos debe de ser el de los bienes ajenos porque el primero está claro que es nuevo e incompatible con un régimen de opinión pública: No responderás.

Ayer en Corea del Sur el presidente Yoon Suk-yeol declaró la ley marcial en una modalidad aparentemente novedosa: urgente y sin motivos concretos. En su discurso a la nación, el presidente habló de proteger la democracia de la acción de «fuerzas antiestatales» y «pronorcoreanas» pero sin especificar quiénes componen esas fuerzas ni qué están haciendo exactamente para que lo proporcional sea llevar al país a la excepcionalidad, sacar al Ejército a la calle y controlar los medios de comunicación. Que el Parlamento votase después contra la ley marcial y la gente se manifestase consiguiendo que los uniformes regresasen a los cuarteles pone en cuestión lo de la amenaza a la democracia y hace pensar más bien en el clásico autogolpe mediante el que un gobernante en horas bajas intenta proteger su privilegio. A favor de Kim Jong-un, hay que decir que ahora mismo estará el hombre liadísimo enviando a sus soldados a Ucrania para que los maten sin medida. Se analiza mucho lo que supondrá la nueva presidencia de Trump en el panorama internacional, pero no debe descartarse la posibilidad de que, cuando el nuevo presidente llegue a la Casa Blanca, el mundo ya no pueda complicarse más.