Un mes después del cambio en la gestión de las ambulancias de transporte urgente y no asistencial en Álava y Bizkaia, Osakidetza tiene un plan para el resto de ambulancias, que son a grandes rasgos las que encienden la sirena y acuden a toda velocidad ... allí donde surge una emergencia. La idea es por razones obvias que lleguen cuanto antes. El consejero Martínez detalló ayer que el tiempo medio de respuesta entre el aviso y la salida de la ambulancia es ahora mismo de cinco minutos. Osakidetza identifica en ese momento inicial la oportunidad de ser más rápidos y reaccionar en tres minutos. Que la diferencia es significativa se entiende mejor con otro dato: ahora mismo en el 95% de las ocasiones el servicio vital avanzado, que es el que responde a las situaciones más graves, llega donde se le necesita en menos de quince minutos.
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Detectando quizá que sería extraño tomarse con calma lo de ser más rápidos, Osakidetza se da tres meses para reestructurar el servicio en busca de mayor eficacia, lo que tiene que ver con aumentar la velocidad pero también la calidad. Los cambios previstos implican, entre otras cosas, la unificación de los centros de coordinación, la creación de la figura del coordinador de emergencias o la optimización de la ubicación de los recursos, entre ellos el helicóptero medicalizado del servicio de salud, que dejará Sondika para operar desde Iurreta: un punto más centrado en el mapa del país. Cada detalle importa en el combate de los servicios de emergencias contra el reloj y se entiende que Simon Garfield comenzase 'Cronometrados', su monografía sobre el tiempo, consigo mismo sufriendo un accidente de bici y preguntándole, «seis largos minutos» después, al técnico sanitario de la ambulancia si iba a poner la sirena. Puede que pronto en las ambulancias vascas la pregunta te la haga a ti el técnico: «¿Schubert o los Beatles?». Alberto Martínez habló ayer del estrés inherente al traslado en ambulancia y de facilitarle al paciente una cierta abstracción, como cuando te hacen una resonancia, poniendo música agradable para camuflar el sonido ambiente, sirenas incluidas, que el consejero definió, yo creo que técnicamente, como «el pi-pi-pi».
RFEF
En lo que solo puede ser un caso de lo que en el mundo de la empresa se conoce como 'aprendizaje organizacional', la Federación Española de Fútbol ha elegido un nuevo presidente que ya está condenado por prevaricación. «Estamos mejorando tanto el 'know how' y agilizando tanto los procesos que pronto les exigiremos a los candidatos que estén en la cárcel de antemano», podría haber declarado algún portavoz federativo. El nuevo presidente es Rafael Louzán, que estuvo al frente de la Diputación de Pontevedra y fue condenado por un asunto que implicaba dinero público y, casualidades, un campo de fútbol. El Supremo está a punto de resolver un recurso que podría levantarle la inhabilitación para ejercer cargos públicos, pero en la Federación creen que eso da igual porque ellos son una entidad privada. Y tanto que lo son. Louzán era el candidato del inhabilitado Pedro Rocha, mientras que su rival era el candidato del inhabilitado Luis Rubiales. Que Rocha fuese anteayer mismo la mano derecha de Rubiales explica con exactitud cómo funciona lo del fútbol español. El nuevo presidente comenzó ayer con mucho humor. «Ha llegado el momento de recuperar el prestigio de esta casa», dijo.
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