Primavera del tractor
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Agricultura ·
Luis Planas recibe a los agricultores para intentar evitar movilizacionesContinúan las protestas de los agricultores en Francia. Y en las autopistas que rodean París ya se ha dado el contacto entre el tractor y la tanqueta. Es, por ahora, un contacto incruento. El primer ministro Attal habla aún de «nuestros agricultores» y el ministro ... de Interior dijo ayer que él no ordena aporrear a «gente que trabaja». Los agricultores franceses también vuelcan la carga de los camioneros españoles, que es gente a la que no dejan trabajar y tiene, como es lógico, sus propios ministros. Al ser Óscar Puente el de Transporte, tras ser interceptado el primer camión español yo di por hecho que la guerra con Francia era inminente.
Sin embargo, Puente parece repartir su tiempo estos días entre la movilidad sostenible y el Twitter insostenible. Y es el ministro de Agricultura quien afronta lo que viene de Francia, que no se contagia mediante espiroquetas sino mediante tractores. Luis Planas ha convocado mañana a las organizaciones agrarias del país, que preparan movilizaciones aunque por ahora de forma local. El descontento del campo es enorme y combina lo estructural con lo sobrevenido. Los equilibrios que debe hacer el Gobierno tampoco son mancos y ayer Planas se reunió con ONG ambientalistas para trasladarles una idea sensata: el sector agrícola no será sostenible si antes no es rentable. Lo cierto es que la de este ministro es una figura llamativa: recuerda mucho a un ministro. Quiero decir que no parece un tertuliano de élite o un 'apparátchik' condecorado con una cartera al azar. Se nota en que evita la hipérbole y el autohomenaje y transmite la sensación de que lo suyo es resolver problemas y no generarlos, esquivarlos o exprimirlos. Veremos ahora si no necesita a su colega de Interior para aplacar la furia de los tractores, que ya estaban en las calles españolas en febrero de 2020, justo antes del covid, y regresaron en 2022 y 2023. Desde la ventana de su despacho, quizás el ministro Planas reflexiona a veces sobre el ciclo de las cosas. Vuelven las oscuras golondrinas, las tupidas madreselvas y los tractores John Deere con remolque y carga frontal.
Urkullu
Acercarse a Junts es adentrarse en la dimensión locoide de las cosas. No puedo demostrarlo, pero estoy seguro de que antes de hacerlo ves pasar frente a ti un conejo blanco que mira su reloj y repite en catalán, con acento de Girona, que tiene prisa, mucha prisa. Entre los políticos vascos, ninguno conoce como Urkullu el juego de Junts y el material del que está hecho el propio Puigdemont. Por eso, tras lo de la amnistía en el Congreso, el lehendakari se marcó ayer en Bruselas un 'yo ya lo dije' canónico, recordando su diagnóstico sobre la debilidad del Gobierno de Sánchez: «necesita todos los votos todo el rato». Urkullu lo hizo en un encuentro con Pere Aragonès en el que ambos le pidieron a Junts responsabilidad. Saben por supuesto que piden un imposible y eso hace que el 'yo ya lo dije' de un Urkullu en la línea de salida se redirija él solo, sin empujarlo, hacia el PNV. Cómo olvidar aquella reunión con Puigdemont en Waterloo en la que a Andoni Ortuzar lo fotografiaron con una ikurriña en la pantalla gigante de una Smart TV. Urkullu y Aragonès tenían ayer en Bruselas, junto a los sillones de charlar, una ikurriña y una senyera idénticas, discretas, normalísimas, pequeñitas, de sobremesa.
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