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El Mobile de Barcelona es un congreso importantísimo por el lado de la tecnología que se inicia últimamente con una tradición analógica y digna de verse: el president de la Generalitat planta al Rey en la llegada a actos que a continuación comparte con el ... Rey. Sucedió en la cena inaugural del domingo y volvió a suceder ayer en la inauguración propiamente dicha del congreso. Aragonès no recibió a Felipe VI a pie de coche como marca el protocolo, pero después, ya en el interior del pabellón, le saludó con cordialidad y yo creo que le preguntó si había notado cómo este año incluso le había condenado un poco más al ostracismo ahí afuera. «Mejor que nunca, president, este año has estado mejor que nunca», le respondería el Rey al verlo tan ilusionado. «Hasta se lo he dicho yo a estos: qué ausentarse tiene este hombre, ¡qué ausentarse!».
Además de como un motor económico, el Mobile funciona como un anticipo del futuro, que es asombroso por las pantallas que se doblan e inquietante por todo lo demás. Eso explica que la presencia de Aragonès junto al Rey quedase este año algo eclipsada por el hecho de que junto a Pedro Sánchez estuviese Pedro Sánchez. Quiero decir que había dos Pedros Sánchez. De pronto, parecía evidente que, mediante la IA y las impresoras 3D, alguien, quizá los chinos, está fabricando réplicas de presidentes del Gobierno. Menos mal que enseguida supimos que quien estaba junto a Pedro Sánchez era en realidad Santiago Peña, el presidente de Paraguay, que es también alto, moreno, atlético y del partido colorado, aunque eso en la nación hermana significa lo contrario que en España. Paraguay es el país invitado al Mobile. Yo imagino que el pobre presidente Peña no terminaría de entender lo que un Pere Aragonès ajeno a los estands y las pantallas le seguía diciendo obsesivamente al Rey: «¿Y usted al llegar nota que yo no estoy por irreductible mientras que Ada Colau no está porque ya no está? Quiero decir, ¿no sería posible que usted me recibiese antes, quizás unas calles más allá, para que yo le explique el tremendo gesto que hago no recibiéndole a continuación?».
País Vasco
Faltan cincuenta y cuatro días para las autonómicas y olvídense de los plazos: todos van a ser de campaña. El comienzo no está mal: un recurso a la ley de vivienda presentado ante el Constitucional por el Departamento de Autogobierno del Gobierno vasco. El PNV asegura defenderse así de la invasión de competencias y Bildu, que se puso en Madrid la ley en la solapa, sitúa a los jeltzales fuera del edén progresista. Denis Itxaso es incluso más duro. Dice que el Gobierno vasco emparenta con el de Ayuso. Lo curioso es que el partido de Itxaso forma parte del Gobierno vasco a menos que este sea desmontable e Idoia Mendia vicepresida solo un 30% del gabinete. Es una de las paradojas de las autonómicas: los partidos que se van a repartir los tres primeros puestos son aliados en Madrid, que es el lugar con el que tradicionalmente se ha contrastado ferozmente lo vasco en el teatro electoral. Como paradoja tampoco está mal lo del PSE. Llegado el momento histórico en el que gobernar con Bildu puede pasar de la teoría a la realidad, se lanzan a la campaña con la promesa de reeditar su alianza con el PNV y un lema que, muy meritoriamente, consigue transmitir justo lo contrario: «Cambia el guion».
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