Ahora el lío es con México y hay que verle el lado bueno: es el momento de aprenderse el apellido de la nueva presidenta, que no es fácil: Sheinbaum. Toma posesión el martes y ayer confirmó que no han invitado al Rey porque España no ... respondió a la carta aquella en la que Andrés Manuel López Obrador exigía disculpas por los desmanes de la Conquista. Sucedió en 2019, estaba Borrell en Exteriores. Lo recuerdo porque le dijo a AMLO que comenzasen los italianos pidiéndole perdón a Francia por la conquista de las Galias. Ahora el Gobierno considera «inaceptable» que México no invite al Jefe del Estado y no va a ir nadie a la toma de posesión de la doctora Sheinbaum.
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Bueno... Sumar sí quiere mandar un ministro, aunque sea uno pequeñito. El deseo les surgió después de que Ione Belarra, desatada ayer en el Congreso, definiese al Rey como un problema diplomático en sí mismo y recordase que Felipe VI no se levantó cuando en lo de Petro apareció de la nada la espada de Bolívar. Sucedió en 2022 y en el Gobierno estaba Iceta. Lo recuerdo porque analizó lo ocurrido de un modo insuperable, explicando que él mismo no sabría qué hacer si va a un sitio y de pronto le pasa una espada por delante. Ayer AMLO dijo en una de sus últimas 'mañaneras' frente a los heroicos periodistas mexicanos que el problema no es con el pueblo sino con la Corona.
Y fíjense que parecía que el problema tenía que ver con que el mejor amigo del populismo sea a veces el enemigo exterior y a veces el hombre de paja. Por eso no importa que incluso el Rey de España haya lamentado, a su manera, lo lamentable. Sucedió en 1990, en Oaxaca. El rey era Juan Carlos I y les dijo a los pueblos indígenas que la Corona defendió su dignidad, pero hubo «ambiciosos encomenderos y venales funcionarios que por la fuerza impusieron su sinrazón». Un momento. A ver si va a ser esa la solución: ofrecerle a la presidenta Sheinbaum una docena de funcionarios del Estado -de los buenos, subgrupo A1- para que los sacrifiquen en Chichén Itzá utilizando los cuchillos o enumerando los agravios, un poco como prefieran.
La carrera de Alvise Pérez es fulgurante. No han pasado cuatro meses desde que obtuvo tres diputados en las europeas y ya tiene su primera sospecha de financiación irregular. Puede que estemos ante el primer político español que financia ilegalmente su partido sin tener siquiera un partido. Lo de Alvise es un foco de agitación antipolítica que ha conseguido saltar de las redes a Estrasburgo. Que el plan consiste en saltar al Congreso y convertirse en «llave de Gobierno» se lo explica el propio Alvise al empresario de criptomonedas al que le pide fondos que queden fuera del radar del Tribunal de Cuentas y de los tribunales en general. El adalid contra la corrupción habla de pagar con ellos las multas que tiene por ahí por lo de acosar a la gente en Internet.
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Con ese dinero -cien mil euros que investiga la Fiscalía-, el donante estaría comprando el 'lobby' en Bruselas y quién sabe si la futura legislación en Madrid a favor de sus intereses. Por supuesto, nada de esto impresionará a los votantes de Alvise, que detectarán al instante el complot y la persecución de los poderes oscuros, o sea, la evidencia que demuestra lo que ellos ya sabían porque están en la verdad de las cosas y son más listos que cualquiera.
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