La reunión de trabajo en la que Carlos Mazón estuvo el 29 de octubre hasta las seis de la tarde y que le hizo llegar tarde a otra reunión, la del centro de coordinación de emergencias que se ocupaba de las inundaciones que terminarían causando ... más de doscientos muertos, tuvo lugar en el restaurante El Ventorro, especialidad en platos de cuchara, pescados de playa y excelentes carnes. Al parecer, Mazón se citó allí con la periodista Maribel Vilaplana para ofrecerle la dirección de la televisión autonómica, puesto al que no se debe acceder mediante concurso público sino mediante almuerzo presidencial. Todo lo que la escena tiene de sainete es una costumbre extendida; todo lo que tiene de tragedia es difícil de soportar: la negligencia abriéndole paso a la fatalidad a la vista de todos. Tras la comida en El Ventorro, el presidente de la Comunidad Valenciana ya se puso con el otro asunto de la jornada: lo de los valencianos siendo arrastrados por las aguas.

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Ahora parece que se trata de saber si Mazón estuvo durante la comida localizable. Como si entre lo arrasado en Valencia por la riada no estuviese su carrera política. De un modo insignificante comparado con todo lo perdido, pero también de uno espectacular. Los compañeros de 'Las Provincias' recordaban estos días que antes del martes fatídico la principal preocupación del Gobierno de Mazón era la recuperación de la Copa América de vela. Es una preocupación que ya dice mucho de un Gobierno. Pero dice mucho más que, tras el escándalo inicial de la alerta tardía, en el Consell entendiesen que las labores de rescate se referían antes al presidente que a los ciudadanos. De ahí el chaleco de emergencias de la primera hora o el tuit sacando pecho cuando la visita del Rey. El problema es que a Mazón lo han estado protegiendo con mentiras y en presencia de doscientos muertos una sola mentira es demasiado. El lugar en el que ha terminado el debate sobre su dimisión lo explica todo. Solo hay que decidir si debe hacerlo ahora o si debe esperar a que la reconstrucción en Valencia esté encarrilada para no descabezar un Gobierno en medio de una crisis descomunal. Si lo piensan, es una cima infrecuente de la inutilidad: complicar las cosas incluso si te haces a un lado.

Policía

Millones emparedados

Estábamos escrutando con recelo el funcionamiento del Estado y detienen al jefe de la Sección de Delitos Económicos de la Policía Nacional con veinte millones de euros ocultos en las paredes de su casa. Siempre tiene mucho peligro la realidad cuando se pone didáctica. Cierto que el Estado ha funcionado deteniendo al delincuente presunto, que es policía confirmado y ascendido hasta jefe de unidad. Los millones en su poder y en sus paredes tienen al parecer que ver con el narcotráfico y no con un número sobrehumano de horas extra. Y su detención está relacionada con la reciente incautación de trece toneladas de cocaína en el puerto de Algeciras. La propia Policía Nacional definió ese alijo como el mayor de la historia en España. Y como «la segunda mayor incautación en Europa y una de las mayores a nivel mundial». A la detención ahora de un jefe contra el blanqueo que utilizaba billetes como aislante térmico en los tabiques de casa, ya verán como la Policía no le pone faja promocional. La opción menos mala es que el agente lo entendiese todo al revés y pensase que su labor como jefe de la Sección de Delitos Económicos consistía en cometer personalmente los delitos económicos mayores.

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