Pecados ajenos

Puede que la pregunta clave no se incluyese en el Sociómetro porque algún sociólogo llamó diciendo que tenía fiebre y que podía ser covid por quinta vez consecutiva en lo que va de año. De las conductas «contrarias a las normas» propuestas, correr demasiado con el coche es la que más tolerancia despierta en la sociedad vasca. Lo siguiente que está mal, pero no tanto, es realizar un trabajo y cobrarlo sin IVA. Puede que en este último caso el ciudadano ni se entere del chanchullo al estar asombrado por lo que tiene delante: un trabajador vasco que sí está en su puesto de trabajo y no ha dejado tirado a ningún compañero. Por supuesto, es un autónomo.

Tras comprobar lo del absentismo y los impuestos, en el estudio sobre cultura democrática del Sociómetro hay que ir enseguida al apartado «Satisfacción con el funcionamiento de la democracia en Euskadi y en España». Y comprobar que todo está en orden: al ciudadano vasco el funcionamiento de la democracia en Euskadi le satisface el doble que el funcionamiento de la democracia en España. Al tratarse de la misma democracia, es un caso de sugestión colectiva. Pero debe de originar episodios formidables. Ese vasco que aparca en Logroño y nota enseguida que baja la calidad democrática, un poco como en Sri Lanka.

Puede ser que yo haya estado distraído todos estos años, pero me había parecido entender que Vox era el fascismo y que el fascismo amenaza especialmente a las mujeres. Ya digo que puedo haberlo entendido mal. Pero me pareció que la situación era tan dramática, tan peligrosa, que incluso era necesario dar alertas antifascistas. Por eso me extraña que no extrañe que un alto cargo del Gobierno feminista saque el móvil en una manifestación feminista y, sonriendo con jactancia, inmortalice a unas jovencísimas feministas, puede que incluso a unas feministas menores de edad, mientras insultan personalmente al líder de Vox, involucrándolas así en una polémica de primer nivel y exponiendo su imagen como si tal cosa a la perpetuidad de las redes. Qué extraña revolución es esta. La que empuja a las jovencísimas mujeres es la secretaria de Estado de Igualdad, repentina estrella principal del inagotable teatrillo.

Un estudio establece que los seres humanos dedicamos la sexta parte de nuestra vida a cuidar nuestro aspecto. Yo espero que alguien esté sumando las partes de la vida que dedicamos a trabajar, ver la tele, bostezar y hablar por el móvil. No vaya a ser que al final los expertos concluyan que vivimos una media de trescientos años. En cualquier caso, cuatro horas diarias para ponerse guapo son demasiadas. Jamie Lee Curtis, nominada al Oscar, se las va a ahorrar no yendo a la ceremonia. Ha puesto una excusa irrebatible: se acuesta pronto.