
Ovación y saludos
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Aitor Esteban se despide del Congreso veinticuatro años despuésSe despidió Aitor Esteban del Congreso con una pregunta al presidente del Gobierno en la que consiguió algo meritorio: no preguntar cosa alguna. Lo que ... hizo el portavoz del PNV fue un análisis geopolítico. Trump, Europa, Ucrania. El presidente agradeció mucho la geoestrategia y contestó realizando otro análisis de mucho fuste. Ya sin tiempo, Esteban utilizó la breve réplica -su última intervención en las Cortes- para pedir la reforma de la Ley de Secretos Oficiales. Y entonces llegó la sorpresa. La Cámara rompió a aplaudir. Los diputados socialistas puestos en pie. Y los ministros. Y el presidente. Y la gente de Sumar. Y el diputado de la Chunta, que puede que incluso aplaudiese en aragonés. Qué ovación. El Congreso boca abajo. A Esteban le pilló desprevenido e hizo el gesto ese de «hombre por Dios», hasta que entendió que tenía que saludar, que la afición se lo exigía, y se puso también de pie, ya con el gesto de «¡Va por ustedes!». Exceptuando lo del mariachi, la despedida de Enrique Ponce en la plaza México no fue hace quince días más emotiva.
Cierto que no todo el mundo aplaudió. Se abstuvieron de hacerlo Vox y Bildu. También el PP, siempre tan elegante y cordial. Aunque lo llamativo fue que al portavoz del PNV no le aplaudió el PNV, especialmente cuando Aitor Esteban deja el Congreso veinticuatro años después para venirse a presidir precisamente el PNV. Pero es que en el partido no se ovacionan a sí mismos. Con buen criterio, claro. El adiós de Aitor Esteban se interpreta como la pérdida de un orador de época. Yo imagino que lo de la facilidad con la que los vascos damos tan frecuentemente el pego en Madrid no lo comentamos para no perder la ventaja competitiva. Me parece bien. A favor del inminente presidente del EBB hay que decir que ha sido un parlamentario al que siempre se le podía escuchar con interés, entre otras cosas porque era capaz de improvisar réplicas razonadas e inteligibles y porque guardaba la cortesía elemental, pero cada vez más infrecuente en la Cámara, de no dar vergüenza ajena. El presidente del Gobierno le despidió ayer como «uno de los más brillantes oradores parlamentarios». Después le garantizó la reforma de la Ley de Secretos Oficiales como lleva haciendo desde 2018 sin interrupción.
UE
La Comisión Europea quiere aligerarles a las empresas la burocracia relacionada con la Agenda Verde y de paso aplazar y aliviar algunas sanciones relacionadas con exigencias climáticas. El paso atrás se presenta como una apuesta por la competitividad en tiempos inciertos y Teresa Ribera lo vende del único modo posible: como un paso adelante. A las empresas las medidas les parecen ilusionantes mientras que a los grupos ecologistas les parece que asistimos a la voladura del Pacto Verde. «No deshace nada de lo que hemos hecho en el pasado», garantiza sin embargo la vicepresidenta de la Comisión. Y es difícil no pensar que la cuestión es solo un anticipo de lo que viene y tiene que ver con el futuro de una Europa obligada a pasar de la época de la ejemplaridad a la del pragmatismo. También a la de la fuerza y sería digna de verse la apuesta europea por los tanques de guerra eléctricos y con dispositivo ECO. Y por los misiles balísticos no contaminantes. Por si quedaba alguna duda, ayer Donald Trump Jr, o sea, el hijo mayor del magnate, describió el frenopático en el que nos hemos despertado asegurando que, en su opinión, Estados Unidos no debería haberle estado enviando armas a Ucrania sino a Rusia.
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