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Antes de que se inventase el síndrome posvacacional, Housman lo describió en un poema. En las vísperas del otoño el oído atiende «los suspiros de despedida del verano» con demasiado cariño. «Y entonces el corazón responde». Que la respuesta es mala y entraña riesgo cardiovascular ... lo demuestra este lunes de septiembre. Lo llamamos 'rentrée' por no llamarlo recaída. Vuelve la conflictiva mayoría gubernamental, la financiación catalana, los vocales del CGPJ y la confusión interesada entre libre expresión y propaganda. El único retorno inesperado ha sido quizá el de los Oasis, mito generacional y héroes de la clase trabajadora que este finde refinaron la extorsión capitalista poniendo a millones de fans a hacer horas de cola virtual y dándoles después unos segundos para decidir, bajo la presión del acontecimiento, si compraban unas entradas supuestamente únicas y mucho más caras.
Otro de los prodigios del regreso es ver que Gobierno y oposición siguen lanzándose inmigrantes, pero que es el presidente quien habla hoy de deportaciones. Se cambian los principios como los calcetines estampados de Trudeau: ahora me pongo los que tienen dibujitos del 'Aquarius' y ahora los que tienen deportaciones. Mientras tanto, el PP reincide en la clase de incompetencia que termina con Ayuso ejerciendo de portera ideológica: adelante los que huyen del comunismo en abstracto, pero no, imaginamos, los que lo hacen de la concreta teocracia iraní o de la dictadura militar de Al Sisi. En cualquier caso, el giro previsible ya está aquí. Y llegarán las reflexiones de progreso indistinguibles del famoso discurso antiinmigración de Enoch Powell, que fue por cierto alumno de Housman y helenista refractario a la 'filoxenia' clásica. Pues cuidado con eso. Tienden nuestros políticos a regresar tan bronceados de las vacaciones que no es infrecuente confundirlos en el primer vistazo con gente proveniente de latitudes tórridas y tropicales, cuando no directamente subsaharianas. Y entonces el corazón responde lamentando la vulnerabilidad de nuestras fronteras, que ya se ve que es problemática.
Unamuno
En diciembre de 1936, poco antes de morir, Unamuno le envío a Henry Miller una carta en la que se reconocía «en prisión y en desgracia» y se posicionaba contra el fascismo español, «aún peor que el italiano o el alemán». El investigador Carlos Sá Mayoral está detrás de un hallazgo que no puede dejarse pasar: ¡Unamuno se carteaba con Henry Miller! Lástima que su amistad no pudiese cuajar. El americano cuenta en sus memorias que su intención primera no fue largarse a París sino a España, de modo que 'Trópico de Capricornio' podría haber transcurrido ya en Salamanca, con los excesos circunscritos a la fiestas patronales junto al Tormes. Por lo demás, siempre impresiona el empeño por que los últimos días de alguien como Unamuno definan su posteridad. Que la perspectiva se ponga al servicio del sectarismo es un prodigio muy contemporáneo. En enero de 1937 Antonio Machado ya cedía a «los amantes de lo anecdótico» el final de Unamuno. «A quienes lo conocíamos y lo amábamos no nos inquietan las circunstancias más o menos tenebrosas de su acabamiento», escribió. «Sabemos de él lo que nos importaba saber: que murió, sin duda alguna, tan noblemente como había vivido».
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