
Ninot presidencial
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En Carlos Mazón resistencia y agonía comienzan a ser indistinguiblesEstamos viendo a Carlos Mazón achicharrarse en directo, lenta pero inexorablemente, como un ninot presidencial. Su apuesta por resistir, dejar pasar el tiempo y anotarse ... los tantos de la reconstrucción se confirma descabellada cuando no te puedes anotar ni la implantación de no sé qué código de barras en una farmacia sin que alguien te recuerde que murieron más de doscientas personas en unas inundaciones a las que tú llegaste con retraso. Ahora, cuatro meses después, sabemos que Mazón apareció a las ocho y veintiocho de la tarde en el centro de coordinación de emergencias. Lo sabemos por una razón que debe subrayarse: quien ha pedido la información es una jueza y no la prensa, la oposición o los ciudadanos. Todos ellos han sido toreados por el Consell hasta que decir la verdad le ha convenido a Mazón por motivos estrictamente procesales: él no estaba en el comité de crisis cuando se le envío a la población el célebre SMS tardío. El escaqueo adquiere dimensiones nuevas y majestuosas mientras vemos cómo el entorno presidencial comienza a señalar a los técnicos. En términos de liderazgo, Mazón no parece tener una sola carencia por demostrar.
Hoy Valencia vivirá otra manifestación en la que se pedirá la dimisión del presidente y Diana Morant abrió ayer la puerta a una moción de censura que sería infructuosa pero también ruidosa. Al mismo tiempo, la incomodidad con la que en el PP se defiende a Mazón es ya manifiesta. El canario en la mina del abandono popular no es por supuesto Feijóo, sino Ayuso. Ayer le preguntaron por el presidente de la Comunidad Valenciana y contestó que ella no está en eso y que poco vale su opinión sobre asuntos que le son ajenos. En ese instante Mazón debió de entender que ese olor a quemado tan intenso lo emite él mismo. Y no porque no haya otras responsabilidades que depurar. Las hay porque sería mala idea vivir en un país en el que la seguridad de la población llegada la emergencia dependiese de lo fino que ande el presidente autonómico de turno. El error de Mazón es muy contemporáneo: creer que el secreto es controlar el relato. Pero el secreto era mostrar una mínima eficiencia cuando a tu comunidad le llegaba la hora más dramática. Y mostrar después, frente a los cadáveres, una mínima honorabilidad.
Pasaia
Cuando el mes pasado la Ertzaintza se desplegó en los puertos de Santurtzi y Pasaia para asumir las competencias de seguridad ciudadana y prevención, el lehendakari Pradales deseó una transición modélica y ordenada. Todos pensamos que se refería estrictamente al trabajo policial. Pero puede que se refiriese también al uso del baño en el Puerto de Pasaia. Es que parece que el autogobierno vasco tiene ya las competencias pero todavía no tiene los baños. De modo que, llegado el momento de la necesidad fisiológica -y tampoco ayudará a la contención la cercanía de la lámina de agua, tan extensa- en Pasaia los ertzainas tienen que pedir permiso a la Guardia Civil para utilizar sus baños. Al hacerlo con orden y ejemplaridad, como pidió el lehendakari, cabe suponer que el permiso será concedido, ojalá después de algunos saludos reglamentarios entre personal uniformado y puede que también algo apurado. La amabilidad de los cuerpos policiales del Estado no debería sin embargo ser óbice para que la Ertzaintza dispusiese en el puerto de unas instalaciones adecuadas para desempeñar su trabajo. Los agentes comentan que les hablaron de ponerles un barracón provisional. Provisional y tardío, según parece.
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