
Niños sueltos
EE UU ·
Trump desencadena una avalancha de acontecimientos que aturde y paralizaSecciones
Servicios
Destacamos
Edición
EE UU ·
Trump desencadena una avalancha de acontecimientos que aturde y paralizaCuando llegó a Twitter para echar al 80% del personal «por el futuro de la civilización», Elon Musk apareció en la sede de la compañía ... con un lavabo en brazos. El lunes el magnate entró en el Despacho Oval para comentar junto al presidente sus planes para «salvar la democracia» despidiendo funcionarios y lo que llevaba en brazos era un niño de cuatro años. El niño por suerte era suyo y se llama X AE A-XII. En casa le dicen X, probablemente para que al llamarlo no acuda el robot aspirador. Mientras su padre completaba en el Despacho Oval un discurso de un populismo que ni el profesor más enloquecido de Somosaguas, el crío hacía monerías, se hurgaba en la nariz y parecía a punto de pegar el resultado de sus prospecciones en el escritorio presidencial. A escasos centímetros de un presidente famoso por su aversión a los gérmenes y su uso obsesivo del desinfectante. El moco refulgente junto a los rotuladores de firmar y el botón de las 'diet cokes' habría sido para Trump el tercer intento de magnicidio en siete meses.
La escena del Despacho Oval rezuma simbolismo. El hombre más rico del mundo anuncia en ella que va a hacer cosas aparentemente inconstitucionales de modo secreto en nombre de la democracia. A su lado, un Trump sedente hace por su parte lo impensable: ceder el protagonismo y la dominancia a otro macho alfa. Sucede mientras los demás miramos al niño, que es viral y graciosísimo. Y un ejemplo de cómo funciona la nueva economía de la atención. Los estímulos nos avasallan y nos paralizan. Cuesta recordar que Trump les garantizó a los estadounidenses que bastaría con que él pisase la Casa Blanca para que la cesta de la compra bajase. Ayer la inflación subió en el país al 3%, pero el presidente reaccionó anunciando el inicio de las negociaciones para terminar la guerra en Ucrania. Lo hizo festejando una conversación con Putin como si el ruso fuese el secretario general de la ONU y no el invasor causante del conflicto. «No debería aparecer así en público, pero me alegro de que se portase bien», tuiteó ayer molesta Clarisa Boucher, la exmujer de Elon Musk y madre del pequeño X. Se refería al niño, no a su exmarido o al presidente. Y añadió una especie de acotación para sí misma que es fácil compartir en el frenético mundo Trump 2.0: «Suspiro».
Junts
El Supremo ratificó ayer la condena de cuatro años y medio de cárcel a Laura Borràs por los delitos de prevaricación y falsedad en documento mercantil. Lo recordarán: la expresidenta de Junts adjudicándole a dedo a un amigo unos trabajos informáticos por valor de 335.000 euros cuando dirigía la Institución de las Letras Catalanas. Es un organismo del Gobierno catalán. Lo digo porque justo ayer Míriam Nogueras conseguía escandalizarse sin dejar de ser despectiva por la imagen de «insolvencia e irresponsabilidad» de «este Gobierno español» a cuenta de lo del SMI. La superioridad moral de Junts es alucinógena. A ellos no los pillan con las manos y los pies en la caja. A ellos los linchan. Por ser independentistas. Ayer Jordi Turull, guajiro, definió la justicia española como «el Guantánamo de la UE». Es que el Supremo rechazó la petición de Borràs de que su prevaricación en el ámbito de las letras catalanas entrase en la ley de amnistía. Argumentan los jueces que los contratos a dedo son corrupción y no tienen que ver con el 'procés'. «¿Pero cómo distinguen una cosa de la otra?», podrían protestar en Junts. A ver quién dice ahora que el indulto de Borràs, mártir linchada, no vale unos buenos Presupuestos Generales del Estado.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.