Nazis en el fango

Ahora parece que los cinco días no los necesitaba solo el presidente. Los necesitábamos todos. Estábamos mal. Había que parar. Por eso la emoción fue ayer en el Consejo de Ministros intensa, confesional y sanadora. Los periodistas afines lo revelaron casi en directo, con el móvil en la mano, como dando a entender que la información les llegaba de dentro. Y cómo no creerles. ¿Acaso a ustedes les suena que desde el Gobierno se nos haya intentado colar alguna trola melodramática últimamente?

Por la mañana Pedro Sánchez fue a la Ser y anunció el milagro metabólico: tras cinco días pasándolo mal, sin apenas dormir ni comer y debatiendo consigo mismo, ya tiene fuerzas para completar los tres años que le quedan en el cargo y para los cuatro siguientes si hace falta. A continuación, el presidente demostró la exacta naturaleza de su batalla contra los bulos insistiendo en el bulo de que Feijóo le ha dicho a Begoña Gómez que se quede en su casa. Y no tuvo que esperar para comprobar que sus socios también están por la regeneración y la concordia: a media mañana Rita Maestre llamaba nazis a los concejales de Vox en el pleno del Ayuntamiento de Madrid. Como estas cosas pueden ser un calentón, Íñigo Errejón, siempre preocupado por el 'bullying' y la salud mental, se fue después a Twitter para llamar por escrito a Ortega Smith «falangista multipropietario». Es un insulto raro, pero a mí me hizo fantasear con un personaje del multiverso español que sea al tiempo fascista y magnate inmobiliario: Primo de Riviera. Metido en fantasías y paranomasias, lo siguiente que hice fue acordarme de Albert Rivera, aquel joven catalán al que, como la burla, la mentira y la deshumanización son cosas que en la política española solo sufre la izquierda, apenas se le incluyó en el 'trifachito', se le inventó un pasado neonazi y se le fomentó la fama de cocainómano. Lo del fango, en fin, es un tango. Y su objetivo no resulta a estas alturas tan enrevesado como evidente: profundizar en la confrontación, incrementarle el margen de beneficio. Pero no pasa nada, ¿qué mas da? Sigan jugando.

La ministra de Deportes anunció ayer que Vicente del Bosque presidirá la comisión que va a encargarse del vacío de poder en la Federación de Fútbol hasta las próximas elecciones ordinarias, que se celebrarán también en teoría bajo la supervisión de este organismo improvisado. En la UEFA y en la FIFA sospechan que el Gobierno está interviniendo disimuladamente la Federación. El resto lo que nos preguntamos es más bien por que el Gobierno no interviene la Federación con el Ejército. Situado necesariamente entre la espada de la política y la pared de las federaciones territoriales, el papel de Del Bosque se intuye peliagudo. Cierto que estamos ante alguien que ha controlado vestuarios poderosos en los que el dinero era muy importante y había gente con psicologías averiadas. En cuanto a las labores de representación, todo irá bien: Del Bosque es una persona muy amable y educada y solo necesitará algunas nociones de feminismo de cuarta ola para darle los discursos a la selección femenina. La ministra insistió ayer en transmitir la idea de que Del Bosque es un hombre buenísimo y querido por todos. Y es que igual ese es el problema. Para esta guerra, habría venido mejor Luis Aragonés.

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