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Galicia ·

Sobre las ruinas humeantes del proceso electoral florecen las excusas

Martes, 20 de febrero 2024, 00:04

El hechizo gallego se extendió a la resaca electoral y asistimos al misterio inexplicable. El domingo Feijóo se lo jugaba todo -el liderazgo, el cuello, La Moncloa- y el lunes, tras obtener el PP la mayoría absoluta, lo que no había que hacer era leer el resultado en clave nacional y Feijóo se quedaba como estaba. «Tras estos resultados todo sigue igual», aseguró ayer la portavoz del PSOE, que a continuación, como es lógico, leyó los resultados gallegos en clave vasca y catalana. Sobre las ruinas humeantes de todo proceso electoral florecen exuberantes las excusas. Que estas se confundan hoy con los análisis tiene que ver con la superabundancia promíscua de estrategas y politólogos que sufrimos. Ayer hubo analistas que, con los resultados de las elecciones en la mano, se dedicaron a analizar lo que habría sucedido si los resultados hubiesen sido otros.

Y en cierto modo sí que todo sigue igual. Porque, de haber sumado el BNG y los socialistas gallegos para desahuciar al PP, solo se habría camuflado lo obvio: el PSOE sacrifica a sus organizaciones territoriales en el altar de la mayoría plurinacional que sostiene el Gobierno de Pedro Sánchez. Ignoro si es una genialidad o un disparate, pero es llamativo. Las próximas elecciones son las vascas y parece que el PSE ya tiene comprometida la presencia del presidente del Gobierno en una campaña en la que se disputarán el poder dos socios indispensables del presidente del Gobierno. A Sánchez solo le quedará por tanto confrontar con el PP. Movilizar a la Fuerza Aérea para arremeter en los mítines contra el quinto partido del Parlamento vasco será digno de verse. Como lo es el argumento de Sumar tras su debacle en Galicia: «Nos ha faltado tiempo». El de Sumar es desde luego un ritmo distinto, indiferente, geológico. El partido sigue sin fundarse y pasaron dos años desde el dedazo de Iglesias a la presentación aquella de Yolanda en Magariños. «Has de saber que eres un campo magnético hacia el que viajará el óxido mortal de todos los naufragios», le leyó entonces Gioconda Belli. Era un poema, claro. Una predicción así no te la clava, tan exacta, un politólogo.

Indonesia

El funeral de la democracia

Como cada cuatro años seguiremos atentamente las elecciones en Estados Unidos. Puede que sea un error. Las elecciones buenas son las de Indonesia. Se trata de unos comicios en los que eso tan común de 'a vida o muerte' no se dice por decir. En las elecciones del mes pasado, en el país asiático resucitaron con inteligencia artificial al dictador Suharto para que apoyase al hoy presidente electo Prabowo Subianto. Y el día de los comicios murieron 71 voluntarios y trabajadores electorales. Es que en Indonesia (279 millones de habitantes distribuidos en alrededor de mil islas pobladas) la fiesta de la democracia no es que la resuelvan en un día: lo hacen en seis horas. Y a mano. Imaginen la intendencia y el recuento. Un trabajo extenuante que no se realiza en condiciones de máximo confort. Este año 4.500 personas enfermaron durante el proceso. En las elecciones de 2019 murieron 500 voluntarios y la BBC concluyó que, si el número de fallecidos era alto, no quedaba lejos de la mortalidad habitual del país. En otros lugares enormes como India las votaciones se extienden durante varios días y todo se resuelve de un modo escalonado. Es lo que en Indonesia deben conocer como una democracia blandengue.

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