El mundo espera
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Siria ·
La caída de Al Asad genera un terremoto geoestratégico que afecta a UcraniaTrump llegó a París el sábado para asistir a la reapertura de Notre Dame e hizo un diagnóstico general: «Parece que el mundo se está volviendo un poco loco». Horas después, los rebeldes sirios entraba en Damasco y el régimen de hierro de Bashar al ... Asad terminaba de caer como si fuese de papel. Mientras la gente saltaba sobre las estatuas derribadas del tirano, el tirano -al que no se ha visto desde hace doce días, cuando la insurrección comenzó en el noroeste del país- puede que huyese en un avión de rastro evanescente. Y no se sabe dónde está, más allá de la obviedad de que, de seguir vivo, estará en una tiranía acogedora.
Con sus trajes azules y sus mejillas afeitadas, Asad parecía un ministro español vagamente tinerfeño, pero era un sátrapa de acreditado prestigio. Al Golani, su aparente sucesor, viene de las categorías inferiores de Al Qaeda. Ha cambiado, eso sí, la túnica por la guerrera verde olivo. Y da unas entrevistas a la CNN que emocionarían a Victoria Prego por el lado de la transición pacífica y el respeto a las minorías. Entre sus filas hay un zoológico nada prometedor de yihadistas, pero Occidente, famoso por sus finas intervenciones en la región, dice confiar en que el futuro de Siria quede en manos de los sirios. Al paso de los rebeldes, muchos de esos sirios gritaban 'libertad' y parece claro que esa pobre gente de eso va a tener poco. También está claro que, con la caída de Al Asad, a Irán se le rompe el eje de la resistencia, lo que tiene consecuencias en Israel y en Moscú, pasando por Ankara. Arde la geoestrategia y este fin de semana hemos visto cómo a la reapertura de la catedral católica más icónica del mundo no asistía el Papa de Roma, pero sí el presidente judío de Ucrania. Tras reunirse con Zelenski y con Macron, Trump el diagnóstico preciso lo colgó en redes: lo de Siria muestra la debilidad de Putin y hay que parar la guerra en Ucrania, para lo que China puede ayudar. «¡El mundo espera!», concluía Trump, cuyos razonamientos terminan como comienzan los accidentes: con una exclamación. Pero sí, el mundo espera. Otra cosa es que no sepamos qué esperar, que pueda esperarse cualquier cosa o que lo más prudente sea esperar directamente lo peor por ver si luego la cosa mejora un poco.
España
Aldama da entrevistas a emisoras colombianas y pide que salgan los 'whatsapps' de quienes le niegan «como en la cena de Jesucristo». Para defender su honorabilidad, el conseguidor ha conseguido un portavoz que transmite por los platós la sensación de estar constantemente a punto de ser tiroteado por 'Doc holiday' entre un revuelo de fichas y cartas de poker. Es el lenguaje de los programas del corazón -siempre furioso, astuto y espectacular- llevado a la política. Y la política se hunde en ese cieno porque la lógica partidista impide que, en términos de corrupción, sean los adversarios honestos los que son del bando propio. Ni se contempla la opción de dejar trabajar a los juzgados y mantener, dentro de lo que cabe, la calma. Por ejemplo, recordando que algo no tiene que ser ilegal para ser inadmisible, que es un poco raro que se celebren como goles o diagnósticos tumorales benignos los indicios de corrupción en las altas instancias del Estado o que tampoco fue hace tanto cuando lo único tolerable para un Gobierno era respetar «como no puede ser de otra manera» los procesos judiciales, porque hablar de los jueces desatando cacerías era justo la manera imposible, exactamente lo que no podía ser.
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