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Netanyahu se aferra a una inexistente equiparación entre Israel y Hamás

Miércoles, 22 de mayo 2024, 00:55

Israel llama a las «naciones del mundo civilizado» a oponerse a la petición del fiscal jefe del Tribunal Penal Internacional de emitir órdenes de arresto contra el presidente Netanyahu y el ministro de Defensa, Yoav Gallant. Como lo de la civilización es como todo, el Gobierno israelí entra en detalles: apela a las naciones libres que desprecian a los terroristas. Lo siguiente sería preguntarse por qué se desprecia a los terroristas en las naciones libres. Y tratar de encontrar un argumento válido para que las mismas razones no te hagan despreciar la muerte evitable de civiles en una guerra.

Sin embargo, Netanyahu es uno de esos líderes que no dudan pudiendo acelerar con la identificación colectiva y las apelaciones victimistas. Lo primero que hizo al conocerse la petición de órdenes de detención contra él, su ministro de Defensa y tres de los líderes de Hamás fue denunciar la equiparación. O sea, apostar por el argumento que más perjudica a su país y más lo mantiene a él a flote. «¿Cómo se atreven a comparar a los asesinos de Hamás con el Ejército de Israel?», se preguntó Netanyahu. La idea está teniendo éxito y es esgrimida por los defensores de Israel al tiempo que es falsa. Lo que la Fiscalía del TPI atribuye a Hamás son «crímenes inconcebibles» mientras que lo que le atribuye a Israel no son tanto acciones de su Ejército como decisiones políticas relacionadas con la entrada de ayuda humanitaria en Gaza y la utilización del hambre y los desplazamientos como instrumentos de guerra. Además de inexistente, la equiparación es imposible. Su esencia es moral y el TPI no es un club de debate que profundice en razones y legitimidades, sino un organismo jurídico que determina qué acciones violan el derecho humanitario y quiénes son sus responsables. Reconocerlo es un síntoma de civilización que interpela exclusivamente a Israel, la única parte del conflicto que se mueve en límites civilizados incluso para quebrantarlos, algo que parece olvidarse con frecuencia y sucede desde el momento en que lo único que separa a Hamás del exterminio de todos los judíos es la mera posibilidad.

IA

Personal y transferible

Las voces siempre han sido personales y ahora son perfectamente transferibles. Ayer no habían pasado cinco minutos desde que José Manuel Albares anunció la retirada de la embajadora en Buenos Aires y en Argentina ya se generaban mediante inteligencia artificial audios en los que la voz del ministro -clavadita hasta la más mínima modulación solemne- anunciaba la retirada de la empanada y la paella de los menús, la retirada de Manolito (hijo de español, acuérdense) de las tiras de Mafalda y la retirada también de «la gallega» que da las indicaciones del GPS. Que ChatGPT 4 hable en inglés con la voz de Scarlett Johannson parece deberse al mismo sistema de emulación con la salvedad de que Sam Altman le pidió a la actriz que le prestase su voz al sistema, como en la película 'Her', y ella rechazó la oferta. Que a la copia se le sume así la suplantación, y que ni sus propios familiares sepan si está hablando ella o la máquina, explica que la actriz lleve a los tribunales a Open AI. Los actores están siendo algo así como la avanzadilla de la negociación colectiva entre la humanidad y la máquina. Las condiciones de la IA ya se ve que son muy mejorables: «Colabora, mortal, o sé sustituido».

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