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El segundo debate electoral en Argentina estuvo bien. La televisión colocó a los candidatos en un escenario abisal, como si el lugar de los políticos ... fuese el oceanográfico, sección grandes escualos. El momentazo del debate llegó cuando 'Pato' Bullrich acusó a Javier Milei de tener las listas llenas de «chorros» peronistas. En vez de negarlo, Milei vino a decirle a Bullrich que era peor su pasado de «montonera asesina». En otro buen momento, Sergio Massa se interpuso entre Milei y la candidata Bregman justo cuando no pasaba nada entre ellos. «Hasta acá llegaste, Milei», soltó en plan Dean Martin. El oceanográfico fue de pronto un 'western' subacuático. «Dejá de faltarle el respeto a las mujeres», añadió. Luego el actual ministro de Economía (80% de inflación acumulada en 2023) prometió un «FBI argentino» con sede en Rosario, ciudad que sufre una tasa de veintidós homicidios por cada cien mil habitantes y quintuplica la media nacional.
Y, aun así, lo mejor de la campaña sucedió el sábado noche. Milei fue al programa de Mirtha Legrand con la cómica Fátima Flórez, su novia desde agosto. Ante la gran dama de la televisión argentina, ambos se comportaron como tortolitos hiperexcitados, dándose la mano y dedicándose el gesto del corazoncito. «Son raros ustedes, ¿eh?», les dijo la anfitriona. Y la verdad es que todo era raro: Milei no parece exactamente un ser humano, Mirtha Legrand tiene noventa y seis años y Fátima Flórez es una «capocómica» (urge importar el término italianizante) famosa porque se transforma de un modo asombroso, no solo en la propia Mirtha Legrand, sino también en Cristina Kirchner.
Como en Argentina no es infrecuente que la primera dama termine gobernando, mucha atención a Fátima Flórez. Para entendernos, combina el histrionismo de Silvia Abril con la personalidad múltiple de Carlos Latre. Se nos dijo que el país hermano era nuestro futuro por el lado del populismo, pero parece que allí están ya en otra cosa. Una cosa distinta y difícil de entender. Recuerda a esas imágenes creadas por la Inteligencia Artificial en las que todo parece normal mientras se desplaza ligeramente hacia la paranoia; hace pensar en que esas imágenes quizá no sean imperfectas, sino los únicos retratos realmente realistas.
Investidura
La reunión de ayer entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo duró cincuenta minutos y debió de ser para verla. Que lástima que no triunfase la idea aquella tan de 2016, tan regeneradora, de que las negociaciones entre partidos fuesen públicas, transparentes, con luz y taquígrafos. Lo digo porque Feijóo contó ayer que le hizo un montón de preguntas a Sánchez y que este no le contestó a nada. Pues habría estado bien retransmitirlo. También porque, por lo que contó tras la reunión Patxi López, lo que sí hizo Sánchez fue propinarle un mitin a Feijóo. Esto Patxi López lo explicó de un modo muy consecuente: dándole él otro mitin a los periodistas. Feijóo salió de la ronda de investidura con el candidato Sánchez pidiendo elecciones para que en lo tocante a la amnistía se les «pida permiso a los españoles». No coló, claro. Patxi López explicó que el permiso los españoles ya lo dieron el 23-J. El permiso para todo en general.
Móviles
Al final, la desgracia ocurrida en Bera no parece haber tenido que ver con la explosión de un móvil, sino con algo más habitual: un incendio producido por un cortocircuito. Los expertos nos calman: la probabilidad de que un móvil estalle es mínima. Todos sabemos que, cuando el aparato se calienta mucho, simplemente se apaga. Había algo exagerado en eso de que los móviles comenzasen a explotar para atacar al hombre. ¿Qué necesidad tienen? Desde su misma invención, a los teléfonos, para atacar al hombre, siempre les ha bastado con sonar.
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