Estar asustado es una de las principales ocupaciones del hombre contemporáneo y estarlo del modo correcto es cada vez más complicado. No resulta sencillo ver venir la catástrofe que sí va a prosperar. Reconozco que a mí el colapso del Silicon Valley Bank me pilló ... fuera de juego, sin prestarle la menor atención al sector financiero estadounidense especializado en startups. Pero cómo iba a hacerlo si tenía puesto todo mi terror preventivo en el frente pandémico y seguía preocupadísimo por lo del virus de Marburgo en África Occidental, lo del avance de la cepa H5N1 del virus de la gripe aviar en Camboya y el despertar en el permafrost siberiano de un virus que llevaba al parecer cincuenta mil años congelado. Al ser este último virus no solo gigante, sino también zombi, se entenderá que tuviese puesto en él una gran esperanza apocalíptica. «Esto va a ser», me decía hundido por el fin inminente, pero contento por verlo al menos venir.
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Sin embargo, un día un banco pequeño, modernete, desconocido, tiene en California problemas de liquidez, vende bonos asumiendo pérdidas y su principal ejecutivo avisa a los clientes importantes de que lo tienen todo controlado. Y los clientes importantes agradecen la información y sacan inmediatamente su dinero del banco, que quiebra desencadenando el miedo en el planeta y provocando que en cuestión de días las bolsas se desplomen, el Gobierno estadounidense intervenga garantizando depósitos, la inflexibilidad de los bancos centrales se ponga en cuestión y las apelaciones a la calma se vuelvan constantes.
Que no hay peor señal de alarma que un llamamiento a la calma es una lección de 2008. A la espera de ver en qué acaba lo que comenzó en Silicon Valley, debo decir que yo le veía más encanto al virus zombi que bosteza en el permafrost. Pero no sé si hay algo significativo en que estemos temblando por el hundimiento de un banco especializado en el negocio tecnológico justo ahora que el Metaverso es un solar virtual en el que han parado las máquinas y del que escapa el dinero. La situación no parece tener mucho que ver con la anterior crisis, pero a mí me fascinaría que pudiésemos organizar lo mismo, solo que con ladrillo inexistente. Metaverso D'Or, mundo virtual de transacciones.
Siemens
Entre los personajes más fascinantes de los últimos tiempos, el director de Recursos Humanos de Siemens Gamesa que iba a presentarse como candidato de ELA a las próximas elecciones sindicales. Mi hipótesis favorita es que nos encontramos ante un sindicalista infiltrado con esfuerzo en la alta dirección que llegó a representar a la multinacional en la negociación de los convenios colectivos. Me sirve igual de bien la hipótesis contraria: la dirección de Siemens había conseguido perfeccionar las relaciones laborales hasta el punto de cambiarle a uno de sus 'senior managers' la corbata por el jersey de Marcelino Camacho y que los del sindicato no notasen nada raro. Por desgracia, la vida no es como las novelas y la multinacional ha terminando despidiendo al directivo, que deja la empresa contra su voluntad pero reafirmándose con toda probabilidad en sus certezas recientes: los de Recursos Humanos no son gente de fiar.
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Tamames
Ione Belarra propuso ayer que a Ramón Tamames solo le den la réplica mujeres en la moción de censura. «Si algo son en Vox es machistas», argumentó. No hacía falta. Su propuesta es inmejorable. Lo único que le faltaba al candidato de Vox es sentirse en las Cortes como Aquiles en Esciros. Y que, además de habilitarle un lugar desde el que hablar sin subir a la tribuna, haya que proporcionarle unos minutos para que pueda cambiarse de chaqueta y de fular antes de la intervención de cada portavoz femenina y a sus ojos invariablemente jovencísima.
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