Matanzas internas

A Pedro Sánchez la convocatoria inesperada sí parece haberle salido bien por el lado de desencadenar el caos a la izquierda de la izquierda del PSOE. La geolocalización demuestra por cierto lo asimétrico del panorama: a la derecha de la derecha del PP se conoce que no hay nada.

Pero vamos con la tangana en marcha. Entre los éxitos de Podemos a la hora de argentinizar la política española, ninguno como la importación de «la interna», o sea, el conflicto endógeno que adquiere dimensiones dramáticas, complejísimas, folletinescas, y termina haciendo olvidar que la función de los partidos no es el infinito culebrón personalista, sino la mejora de lo común. Pues nada: como las limaduras atraídas por un imán, todo en ese espacio se organiza instantáneamente para la matanza. Yolanda Díaz sonríe y maniobra para que en Sumar las listas sean sumarísimas, Alberto Garzón presiona para que con él se vaya más gente, Irene Montero insinúa que sus camaradas le preparan el martirio de Clara Campoamor y la madre de Pablo Iglesias reconviene en público a cargos de Podemos.

La verdad es que nunca deja de sorprender la autoridad con la que impugna la Transición, con lo que tuvo aquello de pragmatismo, renuncia y conllevancia, una gente que en unos pocos años se ha demostrado muy eficaz en una sola cosa: el fratricidio.

El lehendakari identificó ayer los «tres pilares» de la identidad de la Ertzaintza. Compromiso, profesionalidad y respeto. Sonará bien, pero la serie es extraña. Cualquiera de las tres virtudes engloba a las otras dos. Lo interesante fue que Urkullu explicó que los pilares anteriormente citados están amenazados por «injerencias organizadas» que quieren condicionar «nuestra convivencia y vida democrática». No es difícil conectar los hilos ahora que los ertzainas exigen mejoras salariales apostando por ejercer en la calle una presión que supera los cauces sindicales y puede resultar problemática y contraproducente. 'Auctoritas' para ejercer autoridad sobre el ciudadano: ese sí que es un pilar de toda Policía democrática. Ayer en Arkaute el lehendakari también anunció que, para luchar contra la ciberdelincuencia, nace la «Ziberzaintza». El problema con los nombres de las cosas ya se ve que no es menor.

La inteligencia británica habla de un oficialismo ruso «paranoico» que detiene a gente al interpretar el azul y amarillo en el vestir como apoyo a Ucrania. Es tan raro que el Partido Liberal Democrático, que en realidad es ultra y cree en la putincracia, rechaza las detenciones. Es que su logo es amarillo y azul. Como tantas cosas. La equipación del Cádiz, por ejemplo. Si nos hubiesen dicho que la guerra era esto: evitar pasear por Vladivostok con tu camiseta de fútbol favorita para que no detengan a 'Mágico' González y lo desnazifiquen.