Inútiles esféricos

Galicia ·
Cuando el 'Toconao' perdió su carga, las bolitas blancas ya estaban aquí

Pablo Martínez Zarracina

Viernes, 12 de enero 2024, 00:01

La palabra de enero es 'pellet' y ojalá la agenda del reencuentro impusiese la acentuación en la segunda sílaba: sería hermoso que cada bolita nos recordase a un rumbero catalán. Pero no se puede frivolizar con este asunto. La catástrofe de los pellets ya ha ... llegado, no solo a Asturias, donde parece que se ha recogido un kilo de microbolas de plástico, sino también a lugares tan inesperados como Cádiz, Valencia o Tenerife. «¿Han empezado a explotar los seis contenedores perdidos por el carguero de bandera liberiana 'Toconao'?», se preguntará usted alarmado y mirando con repentina desconfianza toda manifestación esférica que le rodee: balones, albóndigas, bolardos... La respuesta es no. Lo que ocurre es que los pellets ya estaban en las playas, por ejemplo en las del País Vasco, pero ahora sí les damos importancia porque se están pegando los políticos y porque hay elecciones en Galicia y las bolitas son, como se sabe, favorables al timazo: ahora lo ves, ahora no lo ves.

Y sin embargo flotan por ahí toneladas de material plástico que urge retirar porque, si no es tóxico, sí es contaminante. Ante eso la Xunta oscila entre la incapacidad y el esperpento mientras el Gobierno ni disimula que su repertorio de trampas es el sueño de Fumanchú. Ver a Teresa Ribera entregada sin complejos al vacile (¿han visto los memes con la Royal Navy?) indica que, como sucedió en Doñana, la colaboración y las fotos conjuntas, esta vez con fría luz atlántica, solo serán posibles tras las elecciones.

Entonces seguirá dando absolutamente igual que por ejemplo tengamos en Tarragona una playa sumergida en bolitas blancas porque se fabrica mucho plástico en la zona. La hiperpolitización de la realidad conduce a la gente al dogma partidista o a la indiferencia exhausta. El resultado, lo vemos en Galicia con la hecatombe del pellet, es una sociedad que tolera con mansedumbre que los poderes públicos exhiban su incompetencia para afrontar problemas tan imprevisibles como la llegada de vertidos a las playas de un país con ocho mil kilómetros de costa.

Junts

¡Abre la muralla!

En su discurso de investidura, Pedro Sánchez levantó un famoso muro contra quienes, entre otras cosas, identifican a las personas migrantes con la delincuencia. No han pasado dos meses y Pedro Sánchez le cede a Junts las competencias de inmigración para que, entre otras cosas, expulsen de Cataluña a los inmigrantes reincidentes en el delito. Eso es al menos lo que asegura Junts, que es de pronto la única extrema derecha que sí funciona en España. Una vez superado el mal trago legislativo de los decretos, el Gobierno no cree necesario aclarar rectamente el precio que ha tenido que pagar. Le basta con extender, como ya hizo tras el acuerdo de investidura con Junts, la idea de que en realidad entrega mucho menos de lo que se cree. A continuación, el coro oficialista celebra que en realidad el PSOE esté algo así como engañando a Junts con promesas que no son lo que parecen, que además son incumplibles y que terminarán diluyéndose en tramitaciones eternas y farragosas. Ignoro hasta qué punto la teoría se corresponde con la realidad, pero revela una deriva sorprendente. Veinte años después, la consigna parece ser esta: merecemos un Gobierno que nos mienta a nosotros y también a los demás.