Cuando uno oye que hay sigilosas operaciones colectivas en una cárcel, lo inmediato es pensar en una fuga. Ya saben: presos cronometrando cambios de guardia, cavando túneles y aprovechando los paseos por el patio para deshacerse de la tierra sobrante con disimulo, mientras silban. En ... la cárcel de Zaballa, la más grande del País Vasco, ha habido organización sigilosa. Pero el resultado no ha sido una fuga, sino puede que una huelga encubierta de funcionarios. Es lo que denuncia el Departamento de Justicia, que está desde hace tres años a cargo de las prisiones del país y comprueba desde hace tres semanas que las cárceles ya funcionan como tantos otros ámbitos del país: a comienzos de diciembre, comenzaron las bajas inesperadas y simultáneas en Zaballa. Ya involucran a ochenta trabajadores, el 40% de la plantilla, y el funcionamiento de la prisión se ha visto muy afectado. Pero no en cuestiones menores. A los internos se les ha llegado a suspender las comunicaciones con sus abogados y con sus familias. Así que el asunto ha terminado en el juzgado porque eso afecta a los derechos básicos de los reclusos.

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El Gobierno vasco busca en la contratación exprés de una treintena de interinos el camino hacia una cierta normalidad que debería comenzar el lunes. También en la adquisición de unas tablets, que servirán para que los reclusos los contactos los tengan 'online'. Sí, yo pensé lo mismo, pero lo he mirado y ChatGPT se niega a ayudarte si le pides ideas para escaparte de una cárcel concreta. Desengáñense: la máquina siempre trabaja para el alcaide. La situación en Zaballa se explica por la coincidencia de dos momentos propensos a la emoción y el conflicto. Uno es la Navidad y el otro la negociación colectiva. Los sindicatos denuncian la mala situación de los trabajadores y acusan al Gobierno vasco de anotarse transferencias que después no puede gestionar. Puede que ahora se note la inexperiencia de los interinos y en breve puede que lo que se note sea ausencia de los funcionarios que pidan el traslado a cárceles del resto de España. Los reclusos estarán alucinando. Porque debe de ser muy extraño estar cumpliendo condena y comprobar que los que tienen problemas serios son los demás.

España

Categorías morales

En las últimas horas hemos visto cómo el fiscal general del Estado demostraba que no tenía nada que ver con la filtración mediante mensajes telefónicos de los datos de un ciudadano borrando todos los mensajes de su móvil y entregándole al juez, por si quedarán dudas, otro teléfono, uno nuevo, limpio como la conciencia de un bebé. «¿Quién va a pedirle perdón ahora al fiscal general?», se preguntó tras la revelación Pedro Sánchez gesticulando de un modo remarcable. Curiosamente, ayer Óscar Puente no pareció defender que el borrado demostrase la inocencia del fiscal general sino su astucia, tildando de «pueril» la pretensión del Supremo de que alguien que se sabe investigado no se cubra las espaldas si le das tiempo. Esto es nuevo: equiparar la categoría moral del fiscal general del Estado con la de, qué sé yo, Johnny 'El Cuchillas'. La propaganda oficialista insiste en que todo ha sido aclarado. Lo sorprendente es que todavía sorprenda. El cinismo, el cuajo, el impudor. A la hora de mentir, me refiero. Es impresionante. Dan ganas de aplaudir. Y de ponerse en pie, como en la ópera, gritando, no ya '¡bravo!', sino 'bravissimo!', en italiano, por estar a la altura, inalcanzable, de todo este espectáculo.

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