David Broncano va a dar las Campanadas en Televisión Española. Lo hará con la cómica Lalachus para competir con Cristina Pedroche, que el año pasado se vistió en Antena 3 como si hubiera sobrevivido al incendio de un contenedor de vidrio y se identificó por ... algún motivo con las «olas uterinas» que «le trajeron» a su hija. Hubo un tiempo en el que de las Campanadas se encargaba siempre Ramón García, con su capa, su esmoquin y su institucionalidad en lo tocante a carillones, cuartos y sucesión histórica en general. Era un tiempo desde luego más sencillo. El año pasado en TVE las Campanadas las dio la futbolista Jenni Hermoso porque, si no lo entendí mal, había que recomponer el orden moral del país después de que se hubiese propasado con ella un señor calvo.
Publicidad
Las Campanadas se convirtieron entonces en un premio y en una indemnización. Yo he llegado a pensar que este año las darían Chaves y Griñán. Pero no, será Broncano. Y eso transformará la elección de canal el 31 por la noche en un concepto político clave, como la plusvalía, mientras que las audiencias resultantes serán interpretadas como una encuesta de intención de voto. El fenómeno es al tiempo idiota y extenuante. Como si 2025 no tuviese suficiente con la rima. En la Nochevieja de 2008 el Frente de Oposición al Año Nuevo reunió en París a mil personas que se fueron a los Campos Elíseos a protestar contra la llegada del 2009. Tarde os comprendemos, hermanos. Las Campanadas son el gran momento televisivo del año. Se distingue porque nadie está viendo la televisión. Quiero decir que nadie lo hace directamente. Cuando comienzan a sonar los cuartos uno a lo que está muy atento es a gritar que primero son los cuartos, contar las uvas, servir champán y recordar que cuidado con atragantarse. Cuando ya suenan las campanas, uno está atragantándose e intentando seguir el ritmo mientras fiscaliza qué comensal hace trampas y come uvas de dos en dos. Tras la última campanada, uno ya deja de mirar por completo el televisor, así aparezca en él Broncano, Pedroche o el sursuncorda, para repartir entre la familia lo realmente valioso e imprescindible: abrazos, besos, champán, maniobras Heimlich.
Corea del Sur
Ya podemos asegurar sin temor a equivocarnos que Yoon Suk-yeol, el presidente de Corea del Sur, es un estratega mejorable. El hombre comenzó la semana decretando la ley marcial para hacerse con el control del país y tapar unos asuntillos de su mujer y va a terminarla con una moción de censura en el Parlamento y con una investigación criminal por insurrección que también puede sacarle del palacio presidencial, pero para meterlo en la cárcel, puede que incluso en el corredor de la muerte. Esto en el país es casi una costumbre. No hay en Corea del Sur expresidente que no termine preso, ajusticiado o suicidándose. Qué sé yo, no habrán descubierto lo de redirigirlos sin más al Consejo de Estado. Por lo pronto, la moción de censura parece que mañana no sale. Necesitaría ocho votos de diputados del partido presidencial y esas filas están prietas. El partido de Yoon Suk-yeol es por cierto el Partido del Poder Popular, un nombre que a Isabel Díaz Ayuso le vendría pintiparado si en algún momento tuviese que apostar por la escisión sublimada. Irse del PP para fundar el PPP. Jugada maestra. Lo bueno es que la líder madrileña acaba de visitar Seúl y estas cosas a Miguel Ángel Rodríguez no se le escapan.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.