Pensábamos que Karla Sofía Gascón, primera intérprete trans nominada al Oscar, encarnaba alguna suerte de resistencia en tiempos de hegemonía trumpista, pero qué va. Resulta que nuestra actriz es trumpista. O lo fue. Fue trumpista en tiempos. Trumpista como ella sola. Trumpista como cualquiera. Pero ... no ahora. Hace unos años. Entre cinco y diez, cuando la actriz tuiteaba contra los «putos moros» y contra George Floyd, llamándolo «drogota estafador». O cuando Gascón se preguntaba en Twitter, o sea, en público, a ver si Hitler había matado más que la Iglesia o el Islam. ¿Pero cuánto mató Hitler? Es la clase de pregunta que en un adolescente preocupa y en un adulto desola. Hay gente que de verdad cree que son ellos los que se han dado cuenta de que la mayoría de la humanidad vive engañada. Es una gente a la que la autoestima les funciona como un tumor agresivo. Cada vez que hablan pontifican y con el escándalo resultante parecen construirse un pedestal que les reafirma en su propia importancia.

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Lo curioso del caso de Karla Sofía Gascón es que con el éxito del narcomusical 'Emilia Pérez' sus desafíos funcionaban en la dirección correcta. La película triunfaba en todo el mundo, pero su protagonista no aprovechaba para la felicidad sino para el desagravio. Qué declaraciones imponentes las suyas. Es ahora, cuando le afloran las declaraciones antiguas y se tambalean su prestigio y sus opciones de ganar el Oscar, cuando la actriz se disculpa. Lo hace dándose más importancia: «Como alguien que pertenece a una comunidad marginada…». Y debería dar igual: la única opción para una sociedad como la nuestra, en la que la furia funciona aplastante y automática, es que funcione el perdón del mismo modo. Como un resorte. Díganme, ¿quién no ha hablado alguna vez de más? ¿Quién no ha sido un idiota en alguna ocasión? Cierto que no todo el mundo consigue serlo de un modo tan contraproducente. «Les faltó darle un premio al corto de mi primo, que es cojo», tuiteó Karla Sofía Gastón, nominada trans al Oscar, refiriéndose a la ceremonia de 2021, que le pareció «un festival afrokoreano (sic), una manifestación Blacklivesmatter o el 8M». Es probable que no haya sido su frase más desubicada. Es probable que el corto del primo cojo mereciese una estatuilla.

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