Ganas de irse a casa

También fue curioso ver la fragmentación del autodenominado bloque de la investidura. Como en tantos divorcios, los hijos parecían más responsables que los padres. El PNV se fue con el PSOE en busca de «la mejor solución técnica a un problema real». Bildu se fue en cambio con Podemos, pidiéndoles discreción y consenso a los socios de Gobierno y demostrando que han pasado de no pisar el Congreso por hispanofobia a subir a la tribuna a pedirle calma y madurez al Gobierno de España. Y, aun así, nada como Esquerra y su portavoz, Pilar Vallugera, que les echó a los socios de la coalición una bronca olímpica, como de jefa de estudios tras lo del incendio en el vestuario. Vallugera les acusó de «romperlo todo» y de traicionar a «las mujeres del Estado». Con qué autoridad pedía profesionalidad legislativa alguien que intentó fundar un país aprobando leyes bajo cuerda y votando en cajas. Pero es que fue tan buena la intervención de Vallugera que la primera frase ya era insuperable. «Pocas veces he estado en este atril con tantas ganas de irme a casa», comenzó resoplando y casi arremangándose. En ese momento a mí me pareció que sí se dio el milagro democrático: la conexión repentina y absoluta entre una diputada y el sentir profundo de la nación.

El lunes los presidentes de Galicia, Asturias y Cantabria acudirán a Ajuria Enea respondiendo a la llamada del lehendakari. El movimiento se conoce en el Elíseo. «Las tribus del norte, Monsieur le Président». Me dirán que solo es una reunión entre cuatro líderes autonómicos. Y yo les diré que también eran cuatro Metternich, Talleyrand, el zar Alejandro y Lord Castlereagh en el Congreso de Viena. La cumbre de Ajuria Enea no es menos ambiciosa: busca presionar a Francia, que anunció que aplaza hasta 2042 la conexión entre su alta velocidad y la 'Y' vasca. Fue un movimiento que nos aísla de Europa y que llegó semanas después de la cumbre aquella hispano-francesa en la que, entre otras promesas de amor, se incluyó «la nueva era en las conexiones ferroviarias». La jugarreta merece una respuesta a la altura. Secuestrar a todo el Tour de Francia cuando llegue a Bilbao este verano, propongo abriendo la tormenta de ideas.

Tras denunciar que le habían envenenado a un asesor, Ramzan Kadirov ha sido envenenado. O eso se cree. El líder checheno, famoso por sus botas de Prada, por enviar hijos al frente y por tener ganas de guerra nuclear, ha desaparecido. ¿Quién puede haberle hecho algo así a un hombre tan afable? Sin ánimo de señalar, Lionel Barber cuenta en los diarios de sus años al frente del 'Financial Times' que cuando en 2019 fue al Kremlin a entrevistar a Putin le pasaron a una sala con aperitivos y no tocó nada. «Suite Polonio», se dijo por lo bajini.