Fugado y con escolta
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Investidura ·
Bolaños no ve problemas en garantizar la seguridad de Puigdemont, un huido de la JusticiaA la espera de la sesión de investidura, conviene ir familiarizándose con cómo funcionan hoy las mayorías parlamentarias y por tanto populares y sagradas: ayer en el Senado el PP aprovechó la suya para rebajar la urgencia de las proposiciones de ley que lleguen desde ... el Congreso. Si la imperiosa urgencia de la ley de amnistía transforma el movimiento del PP en una añagaza 'ad hoc', hay que recordar que la gestión partidista del poder funciona precisamente así: cada centímetro ganado a la virtud se incorpora automáticamente a la ventaja. De ese modo, al transformarse todos los límites traspasados en terreno de juego a conquistar, no habrá alternativa al Gobierno suicida de Pedro Sánchez -ya sea esta popular, socialista o eminentemente de Coalición Canaria- que regrese a la senda de la moderación y el respeto institucional. Lo que habrá será más abuso partidista y más ventajismo porque el instinto de poder no admite retrocesos y se fundamenta en su voracidad en que toda frontera traspasada se puede volver a traspasar.
Conclusión: lo que nos espera como país no es, como se dice por ahí, la dictadura sino el deterioro, el abuso y la confrontación. Una decadencia propulsada por ferocidades militantes incapaces de valorar todo el terreno que destrozan en su ansia de vencer al enemigo. Señalemos melancólicamente que hace no tanto para el PSOE el enemigo era Carles Puigdemont, un alto representante del Estado que, antes de huir heroicamente a un chalé bruselense con jardín, empujó a Cataluña hasta el límite mismo del enfrentamiento civil. Pues ayer el ministro Bolaños aseguró que Interior iba a garantizar la seguridad de Puigdemont en Bruselas. España, o sea, asegurando la seguridad de un huido de la Justicia española. Se nos vende semejante esperpento con los argumentos más bombásticos, pero conviene no perder de vista la única razón de esta deriva: el PSOE necesita siete votos para seguir en el Gobierno.
Deporte
El portavoz del Gobierno vasco se refirió ayer a los incidentes ocurridos tras un partido de juveniles en Vitoria equiparándolos de un modo extraño a los incidentes ocasionados en San Sebastián por un partido de Champions entre la Real y el Benfica. También, o esa impresión dio, con los episodios de lío político estos días en Ferraz. La comparación debe de asombrar a la inmensa mayoría de los padres que llevan a sus hijos a los partidos de los fines de semana, entendiendo que lo suyo no tiene más importancia que el sacrificio sin límites de la paternidad materializándose otra vez en la mañana de un sábado. Aumenta la violencia en el deporte escolar y las autoridades inventan cosas como la tarjeta negra para el aficionado. Es curioso porque se da a entender que el poder político considera que el juvenil es también el señor de la grada, o sea, el ciudadano que paga impuestos. Más allá de la pedagogía y la publicidad, igual bastarían un par de guardias para aplacar los ánimos de quien se cree que su hijo es un Messi perjudicado por las circunstancias y de quien encuentra en los partidos sin importancia de los sábados un lugar donde expiar violentamente traumas y cosas raras suyas muy oscuras.
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