Frente Atlántico

La situación en principio causa sorpresa. No estamos acostumbrados a ver cómo la política se ocupa de un asunto real, importante y complicado. Lo siguiente que causa la situación es expectación por sus posibles implicaciones. Supimos que Francia no tiene prisa por conectar con la 'Y' vasca pocos días después de que Macron y Pedro Sánchez firmasen en Barcelona un tratado de amistad en el que se incluía la amistad ferroviaria. Del mismo modo, sabemos que Pedro Sánchez le tiene más que firmado al PNV el diploma de socio prioritario. ¿Qué está fallando aquí? Quizás alguien debería aclararle a Macron que el señor aquel que en Barcelona le saludó y salió huyendo no era el presidente vasco, sino el catalán. ¡En el Atlántico tenemos fuste! Sería un comienzo, aunque para reconducir la situación habrá que implicar a Madrid y a Bruselas. En caso contrario, ganándonos a Portugal, sumando a las regiones del Loira, Bretaña y Normandía, seduciendo a Alemania por motivos francófobos y estableciendo alguna clase de alianza secreta con Reino Unido, creo que estaríamos ya en condiciones de ir a la guerra y reducir el continente a escombros en defensa de las infraestructuras.

Ojo que Yolanda Díaz se presenta a las elecciones. Ahora sí que sí. Les ha anunciado a los inscritos en 'Sumar' que, tras el proceso de escucha, tiene mucho que contarles. La emoción es máxima. Y va a contarlo todo en un acto el Domingo de Ramos. En Adelante Andalucía parece que lo consideran «andalufobia», por lo de las procesiones, pero a mí me parece que la fecha es idónea. La entrada de Jesús en Jerusalén fue profetizada con quinientos años de antelación por Zacarías y a mí no se me ha hecho menos larga la espera desde que Pablo Iglesias ungió como sucesora a Yolanda Díaz. Fue mitad dedazo y mitad anunciación. Desde entonces, la vicepresidenta trabaja el cálculo y el titubeo. Su capital político es misterioso y ansiolítico. Tiene un «espacio» en lugar de un partido. «Yo no elegí estar aquí», dice a veces. Y es tanta la emoción y la renuncia que parece que está en Getsemaní en vez, qué sé yo, de en Telecinco.

El sábado hubo una pelea en un restaurante de Bilbao que implicó a un montón de porteros de discoteca. Lo original fue que no involucró a nadie más. Solo porteros acudiendo en ayuda de sus jefes, que habían tenido un roce previo. Intervino la Policía. Si lo hubiese hecho un tercer equipo de seguridad, el del restaurante, estaríamos ya ante una especie de liga vasca de porteros zurrándose entre sí. Parecía que lo de la seguridad nocturna iba solucionándose con los detectores de metales. Pero las cosas se complican siempre con muchísima facilidad.