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Julian Assange llega a un acuerdo con las autoridades y recupera la libertadQue la vida de Julian Assange no podía ser más complicada lo entendimos cuando el 'Guardian' reveló lo de su posible intermediación entre Trump y el Kremlin por el asuntillo de los correos de Hillary. No exactamente por lo de la injerencia política, que también, ... sino porque fue entonces cuando se nos reveló que en la pequeña embajada de Ecuador en Londres donde estaba refugiado al activista no lo aguantaban. Se pasaba al parecer el día oscilando entre la ira y la depresión, pero también medio desnudo, en calzoncillos, lo que debía de añadir nuevos y terribles efectos oscilantes. Además, Assange recibía innumerables visitas que se intuían tan pesadas como inexplicables. Un día aparecía por allí Michael Moore y al otro Txema Guijarro, de Podemos. Imagínenselo. Un día aparecía Oriol Soler y al otro Pamela Anderson, de 'Los Vigilantes de la Playa'. El Gobierno de Lenin Moreno llegó a cortarle a Assange el 'wifi', que será para un 'hacker' como quitarnos a usted y a mí el oxígeno. Luego ya lo echaron y el fundador de Wikileaks terminó en la prisión de alta seguridad de Belmarsh.
Ha sido allí donde el fundador de 'Wikileaks' ha alcanzado finalmente un acuerdo con el Departamento de Justicia de Estados Unidos, admitiendo que lo suyo fue espionaje y aceptando una condena de cinco años que ya habría cumplido. Que la vida de Julian Assange no va a dejar de ser complicada lo demuestra su modo de recuperar al fin la libertad: subir a un avión privado en el que cruzar literalmente el mundo hasta llegar a la Mancomunidad de las Islas Marianas del Norte. Son estas islas territorio estadounidense, pero quedan lejos de EE UU. Y están cerca de Australia, país al que Assange quiere regresar. Cuando lo haga, su viaje desde las primeras filtraciones sobre Irak y Afganistán habrá durado más de una década y habrá tenido efectos devastadores. Por la persecución, pero también por la destrucción de su figura. Hace tiempo que el paladín de la libertad de información se convirtió en algo diferente y sospechoso que mezcla de un modo insalvable al agitador, al megalómano, al espía y al bufón.
CGPJ
Bolaños y Pons anunciaron ayer en Bruselas el pacto para la renovación del Poder Judicial. Qué cosas dijeron los dos más bien dichas sobre el acuerdo alcanzado y sobre lo necesario que es para nuestra democracia. Un buen día, aseguraron. Grandísima noticia, proclamaron. Mientras por la derecha Vox hablaba de traición consumada y por la izquierda Podemos y Esquerra hablaban de nueva legislatura y gran coalición, Pons y Bolaños, Bolaños y Pons, se agradecían el trabajo de todos estos meses y evitaban de un modo clamoroso los reproches, el sarcasmo, las invectivas. Vaya por Dios, pueden hacerlo. Cierto que no comparecieron juntos para responder las preguntas de la prensa. Eso llamó la atención. Pero yo creo que fue por no perder las formas y darse el mayor de los abrazos, el del reencuentro, con besos y todo, con palmadas en la espalda y toqueteos en la cara. Habría sido extraño mostrar toda esa efusión cinco años después y ante la estupefacta comisaría Jourová, a quien no debió de pasársele por alto que aquellos dos políticos españoles tan partidarios de despolitizar la Justicia llevasen escrita una lista escrita de su puño y letra con los veinte nuevos vocales del Poder Judicial.
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