Falsos textuales
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La política hace magia con los bulos: ahora los denuncio, ahora los propagoSi necesitan ayuda que la pidan». Pedro Sánchez nunca lo dijo. En su intervención del 2 de noviembre tras las inundaciones de Valencia, habló de «más recursos» y lo hizo después de enumerar la ayuda ya desplegada por el Gobierno «como no puede ser de ... otra manera». La imagen de un presidente psicopático queriendo oír súplicas de gente que se ahoga es una caricatura despersonalizadora. Un clásico de la peor propaganda. Gabriel Rufián denunció en los pasillos del Congreso que se sacaba de contexto la frase presidencial. Y tenía razón. Luego demostró cómo funciona el negocio añadiendo que en cambio Ayuso sí había dicho una frase «mucho más terrible» sobre los ancianos muertos en las residencias durante la pandemia: «Se iban a morir igual».
Lo han adivinado: Ayuso nunca lo dijo. A menos de que se me escape algo, por eso son inencontrables las imágenes de la presidenta diciéndolo. La frase parece provenir de un titular del 15 de febrero que recoge una intervención de Ayuso sin la menor textualidad y fue propagada en las redes por algunos 'influencers' políticos de esos que se graban el gesticulante careto y se subtitulan las frases. Todo a partir de un pleno en la Asamblea en el que, atendiendo al Diario de Sesiones, Ayuso no pronunció ninguna de estas tres palabras: 'iban', 'morir' 'igual'. Lo que sí dijo en un acalorado y confuso cruce con la portavoz de Más Madrid es que al comienzo de la pandemia había muertos en todas partes, que mucha gente mayor cuando iba a los hospitales fallecía y que cuando una persona mayor estaba gravemente enferma con el covid no se salvaba en ningún sitio.
Ayer Óscar López cambió la chaqueta por la chamarra mitinera y volvió sobre la frase con gran trabajo actoral. «No, joder, no se iban a morir igual», dijo presentando una novedad en la política española: el taco como de Bruce Willis diseñado por el equipo de comunicación. Al instante la frase volvía a hincharse, brillar y multiplicarse mientras López, ministro perseguidor de bulos, presumía de hablar clarito. «Una de las peores frases que se han escuchado en la historia de este país», calibraba, omitiendo el detalle de que, escucharse, la frase no parece haberse escuchado jamás.
Siria
Ha pasado una semana desde la caída del régimen de Bashar al Assad y en Siria parece mantenerse en pie la esperanza de una transición pacífica, ordenada y funcional. Por más frágil y titubeante que sea esa esperanza en un país hecho pedazos por la guerra y la tiranía en el que ha llegado al poder un movimiento no exento de elementos yihadistas y que es además un escenario donde coinciden los intereses de diversas potencias peliagudas. Sin embargo, en Siria hay señales que invitan al optimismo. El nuevo Gobierno de transición incorpora elementos del régimen caído y en el rezo del viernes en la Mezquita de los Omeyas se habló de evitar el revanchismo, de respetar a las minorías y de mirar hacia delante. Ayer las empresas privadas y los bancos volvieron a funcionar y se retomaron las clases. Los jóvenes universitarios les hablaban a los corresponsales extranjeros de esperanza y de un futuro con oportunidades para ellos. Como si no hubiese nada nuevo sobre el mundo, su valentía en medio de la tormenta histórica incluso recordaba al epigrama de la Antología Palatina: «Soy sirio, ¿qué te asombra? Una sola patria, extranjero, / es el mundo que habitamos: el Caos nos parió a todos».
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