El Euromillones del viernes: comprobar resultados del 31 de enero

La cámara enfoca la pantalla de un portátil en el que se ve a un transformista étnico que, rodeado de neskas en el prado primordial, canta cabaretero que ella es 'La Polaca', vampira vasca que busca estaca y es arrogante por detrás y por delante. ... El plano se abre despacio y la persona que mira la pantalla se gira con suspense hacia la cámara. No es Troy McClure. Es Andoni Ortuzar. Y se dirige al espectador: «Bueno, acabáis de ver un vídeo oficial de Bildu contra nuestro alcalde de Ribera Alta...».

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Mucho tiene que mejorar la campaña para que esta escena no sea mi favorita de estas elecciones. Y para que no acuda yo el domingo a votar canturreando:«Soy arroganteee». Que ese vaya a ser todo el efecto de la respuesta jeltzale a un vídeo del entorno de Bildu contra Javier Gallego, alcalde de Ribera Alta y transformista, habla de una anomalía: el PNV midiendo muy mal una jugada electoral. Que Bildu se haya limitado a desvincularse del vídeo e ignorar a Ortuzar ilustra en cambio muy bien una campaña en la que el PNV ha buscado el choque con la izquierda abertzale hasta el límite subterráneo de cuestionar patrimonios privados en público. Mientras tanto, Bildu evitaba la confrontación y hablaba de sonrisas, esperanza, amor, jóvenes y alquiler. También de antifascismo, pero no del antifascismo de antes, cuando vosotros (todos), fascistas, erais los terroristas; antifascismo del de ahora, del de Lilith Verstrynge.

Uno asiste a este espectáculo asombrado. Y pensando si sabrá el país que al vídeo de Ortuzar defendiendo a 'La Polaca' respondió otro travesti, Yogurinha Borova, anunciando su voto a Bildu. Y que esto no lo vean Juan de Ajuriaguerra y Telesforo Monzón. El asombro se multiplica al comprobar que, en el duelo esencialista entre las dos primeras fuerzas del país, es Bildu la que se muestra transversal hasta el punto de publicitar el apoyo de un exjuez que se siente español y estuvo amenazado por ETA, pero les votará porque le tira mucho la verdadera izquierda. «Un juez español», subrayó ayer Ortuzar como convenciéndose de que la independencia es el único camino. «Les da igual bonito del Cantábrico que perca del Manzanares», desarrolló. Y durante un segundo pareció que el Perca ese era un cantaor que también estaba del lado de Arnaldo Otegi, siendo español como el juez, pero además flamenco.

Melilla

Votos en venta

La urgencia es decidir si España es un país racista, lo que podría llevarnos a repasar la obra periodística de Quim Torra y a detenerlo como si fuese del Frente, pero convendría ocuparse también de que España sea un país en el que se puedan amañar elecciones desde las instituciones. Es que ayer se detuvo a un miembro del Gobierno de Melilla por lo de la compra de votos. Es de Coalición por Melilla, partido cuyo presidente fue inhabilitado por comprar votos en 2008 y cuyo yerno fue detenido ayer también. Se diría que en Melilla amañar elecciones es una tradición conocida por todos menos por los grandes partidos nacionales, que no se olían nada. Pobres. Y el asunto no es un escándalo mayúsculo en un país que vive constantemente escandalizado por las mayores idioteces, qué sé yo, rebuznos en un colegio mayor.

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Angulas

En el ajo

Sospechábamos que lo del tráfico de angulas daba para una serie de HBO y ahora sabemos que la empresa de Oiartzun en la que el otro día entraron al asalto la Guardia Civil, la Gendarmería, y no sé si también el Mosad, es de un antiguo etarra que en los ochenta recibió adiestramiento terrorista en Yemen y respondía por 'Tarzán'. Menudo perfil en LinkedIn. Lo siguiente ha sido recordar que, algunos años antes del alto el fuego, ETA todavía atentó contra una conocida empresa de angulas del país. Y a partir de ahí, claro, todo son dudas. Ahora uno no sabe si, además de la extorsión mafiosa habitual, aquello no sería también emprendimiento: la apertura de un nicho de mercado utilizando lo que se tenía más a mano: dinamita.

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