Dos grupos de ciudadanos han podido comprobar el zafarrancho que se vive estas semanas en las oficinas postales. Por un lado, los que han solicitado el voto por correo para las elecciones del día 23. Por otro, los que han acudido a una oficina con ... una carta o un paquete y han terminado pensado que, con el trajín que parecían tener aquellos funcionarios, igual era mejor recurrir a un método alternativo de envío. Una paloma mensajera, por ejemplo. O el 'Pony Express'. O un oficial siberiano del zar que tenga un cuerpo de hierro y un corazón de oro y se apellide Strogoff.

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Hoy termina el plazo para solicitar un voto postal que se ha disparado por la convocatoria electoral veraniega. Las oficinas de Correos van a comenzar a trabajar hasta las diez de la noche y a abrir los sábados e incluso los domingos si se trata de las sedes centrales. La fiesta de la democracia con matasellos está tensionando el servicio postal y ha obligado a contratar 20.000 trabajadores de refuerzo. Los sindicatos aseguran que no son suficientes y denuncian la falta de previsión, la sobrecarga de trabajo y la imposibilidad de prestar un servicio de calidad. Correos asegura por su parte que todo irá bien. Y el líder de la oposición se arranca ayer en un mitin y les encarga a los carteros lo que el zar a Miguel Strogoff: que entreguen o mueran. No lo dijo así, claro. Lo dijo peor. Feijóo les pidió a los carteros que trabajen mañana, tarde y noche para entregar todos los votos «con independencia de sus jefes». O sea, que el sensato y presidencial Feijóo, el gestor refractario al populismo, avisó ayer al país, a gritos y sin presentar la menor prueba, de que los jefes (¡los poderes ocultos!) de Correos no están interesados en que todos los ciudadanos voten. Como el sufragio activo es un derecho fundamental, estamos ante un escándalo logístico que vulnera la Constitución. Y no se sabe si a diez días de las elecciones la democracia española queda en manos de los carteros, a los que el líder de la oposición les prometió ayer en plan político adulto que cuando sea presidente lo primero que hará será pagarles las horas extras. Todo a voces, entre aplausos y banderas. Repitámoslo una vez más, aunque sea inútil: entre todas las tretas populistas, ninguna tan combustible y peligrosa como la que afecta de algún modo al recuento electoral.

Kundera

Risa y memoria

La risa y el totalitarismo son grandes temas de Milan Kundera. El autor checo le dijo en los ochenta a Philip Roth que le aterrorizaba la idea de un mundo que pierde el sentido del humor. También que en los años del terror estalinista la sonrisa distinguía a la gente que no estaba con el régimen. Antes que en las estatuas, la posteridad de un novelista se apuntala en la cabeza de sus lectores, que lo convocan en su cabeza con frecuencia, por ejemplo leyendo el periódico. No va a ser difícil con Kundera. Ayer el Kremlin informó de que el general Surovikin, el jerarca militar próximo a Prigozhin desaparecido desde el motín de Wagner, está «descansando». A Surovikin le apodan por sus matanzas 'General Armagedón'. Nadie puede descansar con ese apodo. Lo malo de llamarte Armagedón es que nunca desconectas.

OT

Creadores

Ayer hubo cumbre de la OTAN y casting de OT. Ojalá hubiese habido también algo de la OTI. Como si la realidad funcionase al fin por orden alfabético. Lo importante fue por supuesto 'Operación Triunfo' y destacó allí Kai Nakai, la vitoriana conocida por darle al reguetón en euskera. Por eso y por aparecer en un podcast con Beatriz Artolazabal. Sucedió la pasada campaña y la joven tuvo que recular e incluso disculparse. Bienaventurados los mansos porque de ellos será el margen comercial. A este respecto de la censura, C.Tangana dijo hace poco algo interesante: le parece todo muy mal, pero no sabe cómo van a impedirle hacer lo que le dé la gana. Lo intentó moralista el Ayuntamiento de Bilbao y el ridículo -¿lo oyen?- aún resuena.

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