Enseñar a leer
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País Vasco ·
Un 30% de los alumnos vascos de 2º de la ESO no superan el nivel inicial de castellanoUna de las razones por las que sorprende el estruendo que causa el informe PISA es que los otros informes, también los propios, llevan tiempo dando malas noticias. Hace dos años, la Evaluación Diagnóstica del Departamento de Educación certificó que el sistema producía alumnos incompetentes ... en ambos idiomas. Bilingües, pero mal. Ahora conocemos algunos datos de la evaluación realizada este año y entre ellos está el desplome del nivel de castellano de los chicos de 2º de la ESO. Un 30% tiene un nivel inicial de español, lo que les permite expresarse con una sofisticación inexistente y comprender lo que leen más bien de milagro. Que el castellano sea la lengua materna del 80% de los alumnos vascos confirma algo evidente y sin embargo arrinconado: la escuela también juega un papel fundamental en el dominio del idioma propio. Que la deriva de la educación no cause entre nosotros mayor escándalo hace pensar en que, habiendo perfiles y oposiciones ventajosas, a la sociedad vasca en el fondo le da igual el sometimiento del sistema a un objetivo político. Pero es que hasta ponerse con eso es como acudir a sofocar un incendio y pararse a discutir sobre quién tiene preferencia. Urge enseñar a leer. Por razones obvias y por razones urgentes. Entre estas últimas, que el papel (también en la escritura) funciona como un antídoto contra las pantallas en términos de capacidad de concentración y memoria. Desterrar los libros del aprendizaje ha sido una catástrofe. Los nativos digitales se sorprenden cuando ven a un lector usualmente constituido coger un volumen y buscar algo en él a la velocidad de la luz, pasando páginas, sobrevolando encabezados, discriminando lo esencial de lo accesorio y revisando párrafos en diagonal hasta poner el índice en una frase para anunciar con la seguridad que otorgan milenios de lectura en occidente: «Aquí está». Les parece magia. Y lo es. Por eso no enseñársela a quienes se están formando es una crueldad. Además de una estafa.
Pamplona
Veintisiete días después de que Pedro Sánchez presumiese en el Congreso de que en Pamplona los socialistas le habían dado la Alcaldía a UPN y no a Bildu, el PSN le quita la Alcaldía de Pamplona a UPN para dársela a Bildu. La contradicción no se contempla ya con escándalo sino con la fascinación que provoca cualquier ley natural. «El PSOE ha evitado que un alcalde independentista gobierne Pamplona», reivindicaba Pedro Sánchez en junio, o sea, antes de las generales, durante una campaña en la que Bildu era una compañía inaceptable no fuese a evidenciarse ante el votante lo evidente. ¿Pero qué es Bildu en realidad? Eneko Andueza e Idoia Mendia parecían haberlo dejado claro últimamente en estas páginas: Bildu es un partido que tiene pendiente «un recorrido ético muy importante» y con el que no se puede tener acuerdos de gobierno. Pues ha sido un señor de Valladolid, Óscar Puente, conocido Jekyll tuitero y repentino Mr. Hyde doctrinal, el que ha tenido que sacar al PSE de su error, al estar como es lógico más versado que ellos en política vasca: Bildu es desde ayer, tomemos nota, «un partido progresista y democrático» de cuyos gobiernos hay que alegrarse.
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